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Hasta diableros y ambulantes pagan

En los mercados privan caos y anarquía; cuotas no se usan para mejoras

La principal preocupación de locatarios es el aumento del comercio informal tolerado por las autoridades

 
Periódico La Jornada
Domingo 29 de diciembre de 2019, p. 22

Al deterioro y malas condiciones en las que se encuentran los mercados públicos de la Ciudad de México se suma el desorden que impera en su administración, donde la disputa por los locales, las cuotas y los recursos generados por servicios como los baños públicos, tanto como por la proliferación del comercio informal, son una constante.

Durante un recorrido, locatarios señalaron que esta situación es parte del declive y el mal estado de estos centros de abasto que alguna vez se intentaron modernizar con terminales para pagar con tarjetas bancarias, pero sin reglas mínimas para su operación, por lo que cada quien se organiza a su conveniencia.

En algunos hay familias que controlan la operación de todo el inmueble, en otros se autonombran administradores apoyados por una minoría de comerciantes y en unos más hay mesas directivas impuestas por las alcaldías, que en algunos casos ofrecen locales al mejor postor y una licencia se cotiza hasta en 250 mil pesos.

En el mercado de San Juan –en la zona de Salto del Agua– remodelado hace tres años, algunos negocios se han extendido a lo largo de ocho locales y en otros se han habilitado pisos dobles con tapancos, para ser usados como bodegas. Aquí el que soltó la lana hizo lo que quiso, refirió un locatario.

En el de Jamaica, en Venustiano Carranza, todos pagan cuotas de mantenimiento mensual: más de mil 300 locatarios, 500 productores, 150 ambulantes que venden por los pasillos desde ropa interior hasta cuchillos, queso, café, merengues y helados, y por último los diableros, que pagan 80 pesos.

Sin embargo, en cuanto a instalaciones eléctricas, por ejemplo, los locatarios comentaron que se han renovado en algunas ocasiones, pero no en su totalidad, sino en partes y después de contingencias como el incendio del 4 de abril de 2017.

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▲ En áreas esenciales, como el tablero de interruptores, se nota la improvisación y el descuido con cables de diversos calibres.Foto Yazmín Ortega Cortés

Afirmaron que los costos de los cables y lo que se necesite lo asumen ellos, a pesar de que pagan mantenimiento a la administración, con cuotas de 70 a 150 pesos.

Quienes atienden la florería Susy, en Jamaica, recuerdan que toda la mercancía que tenían lista para el 10 de mayo se quemó, pero nadie les ayudó a solventar los gastos.

El incendio se originó en una bodega de cartón y papel de la propia administración, que estaba ubicada detrás de la florería, y tras la conflagración se hizo un centro cultural.

En el mercado de Sonora los locatarios se quejaron de los vendedores informales, pues son los que realizan conexiones eléctricas de cables con autorización de la alcaldía Venustiano Carranza, que no sólo tolera la instalación de los puestos semifijos en la zona, sino que permite su incremento, lo que dificulta el libre acceso.

De hecho, ya no se alcanza a distinguir la calle ni el estacionamiento de la parte principal, la cual es ocupada por decenas de puestos ambulantes, por lo que si llega a ocurrir un incendio como el de La Merced no podrán llegar los bomberos, dijo una comerciante que vende juguetes desde hace más de 50 años.

Comentaron que personal del gobierno de la Ciudad de México acudió a inspeccionar la instalación eléctrica, pero lo que más les preocupa es el comercio informal y la inseguridad, luego de que hace unos días asaltaron a mano armada a unos clientes que compraban en el pasillo de juguetes y disfraces.