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Bajo la lupa

Balcanización del Brexit: triunfo de tres nacionalismos (inglés/escocés/irlandés) y del trumpismo

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▲ El primer ministro británico, Boris Johnson, en una reunión de gabinete.Foto Afp
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e equivocó el agente de la CIA sionista (https://bit.ly/2rNprwA) George Soros sobre el fin de los nacionalismos y la resurrección del globalismo financierista (https://bit.ly/38LxZFd).

La suma de los lucidos artículos de Patrick Cockburn (https://bit.ly/2LB6fJb) –que subsume 2019 como el declive de EU/Reino Unido(RU)– y Reuters, explaya a dónde se dirige el otrora RU en lo exterior como al interior.

Reuters proclama que el resultado de la elección –que versaba sobre el devenir del Brexitfue saludado como un triunfo para el nacionalismo inglés/escocés/irlandés y puede anunciar el fin del RU (https://reut.rs/2RUnOId).

El asombroso triunfo de Boris Johnson, el Trump británico, le permitirá sacar al RU de la Unión Europea (UE) el mes entrante, pero podría significar la balcanización de la unión (sic) que ha unido a Inglaterra, Gales, Escocia y Norirlanda durante siglos.

Primero, el triunfo del Brexit para todo el RU, con distintos resultados regionales, significa la victoria del nacionalismo económico al estilo del trumpismo de EU, frente al bloque heteróclito de 27 países de la UE tan carcomida como la fracturada OTAN (https://bit.ly/2tlQgZo).

En segundo término paradójico, la victoria del nacionalismo económico del RU, que simboliza el Brexit, desencadenó los sub-nacionalismos en Escocia y Norirlanda.

El nacionalismo escocés capturó 48 de los 59 asientos parlamentarios en Escocia, mientras que en Norirlanda los nacionalistas norirlandeses, quienes apoyan a una Irlanda unida, obtuvieron un mayor número de asientos por primera vez desde la escisión de 1921 que dividió a su norte británico de la República irlandesa del sur.

El nacionalismo económico del Brexit, que empujó el primer ministro Boris Johnson, frente a un laborismo desbrujulado que subestimó el ascenso nacionalista en su feudo tradicional del norte del RU, donde por primera vez arrasó el Partido Conservador en forma inconcebible –si se confina uno a las caducas categorías de izquierda y derecha, en lugar de la hoy dicotomía vigente de “nacionalismo vs globalismo” (https://bit.ly/2LVjqoI) –y que en ultima instancia epitomiza el nacionalismo inglés.

A juicio de Reuters, tanto los líderes triunfadores nacionalistas de Escocia y Norirlanda, así como los opositores derrotados, vieron el triunfo de Boris Johnson como una apertura en la vía a la desintegración (¡mega-sic!) del RU.

Después de 300 años de asociación política con Gran Bretaña, ¿se atreverá Escocia a finalmente optar por el camino independentista propio?

La equivocación del socialista Jeremy Corbin –quien fue víctima de una viciosa campaña de una trasmogrificación multimediática– radicó en haberse confinado a la hoy caduca dicotomía de izquierda/derecha cuando la clase obrera del norte no votó por los conservadores de extrema derecha, sino por el nacionalismo económico del Brexit, frente a la absorción de una UE encabezada por el eje dual Alemania/Francia.

El legendario e inexpugnable muro rojo de los distritos laboristas del norte fue literalmente demolido por el nacionalismo económico.

El globalista Financial Times (13/12/19) alega la victoria de los nuevos (sic) conservadores. No hay tal. El mismo FT apunta la aversión de los conservadores liberales (sic) quienes odian (sic) el trumpismo de su partido, que emergió en el sur pudiente, lo cual refleja un nuevo realineamiento con una extraña mezcla de cuellos azules y pantalones rojos que hace al Partido Conservador ideológicamente incoherente (sic) cuando las posturas conservadoras de Trump en asuntos culturales pueden aglomerar una coalición de votantes ricos y pobres, que en EU ha impulsado una “economía boyante, lo cual no puede explicar la rebasada dicotomía izquierda/derecha.

Tal incoherencia es la falla de la anacrónica categorización de izquierda/derecha en lugar de la hoy vigente dicotomía de nacionalistas vs globalistas.

La masiva eclosión de los nacionalismos/sub-nacionalismos, como respuesta al colapso del globalismo financierista, prosigue su marcha irreversible por doquier.

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