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Todo mundo lo invitaba y quería estar con él

Muchas distracciones y una lesión impidieron que Andy llegara fuerte, dice su padre

Estoy seguro que aprendió la lección y se levantará, afirma

 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de diciembre de 2019, p. a12

La revancha de Andy Ruiz fue como el triste desenlace de una fantasía. El héroe llegó con el peor aspecto para un boxeador, con sobrepeso, sin coraje y la derrota ante Anthony Joshua hizo olvidar la hazaña que consiguió el primer campeón mundial de peso completo mexicano en Nueva York.

Apenas decretaron su derrota en Arabia Saudita, y con ello la pérdida del título unificado, su padre, Andrés Ruiz, hizo declaraciones visiblemente molesto. Lo acusó de irresponsable y que se había pasado la preparación celebrando, en vez de entrenarse con disciplina.

Unos días después, ya en su casa en el valle de Imperial, California, el padre de Andy cuenta a La Jornada que no sólo fue la indisciplina lo que aniquiló a su hijo, sino también una lesión en una costilla, que le impidió entrenar de forma más intensa tres semanas antes de la pelea.

No podíamos poner en riesgo un acto de esa magnitud, así que no dijimos nada, cuenta Andrés Ruiz padre; es verdad que después del campeonato todo mundo quería estar con el éxito del muchacho, todos lo invitaban, en el campamento en Guadalajara lo distraían mucho y aquí en California le pagaban hasta 50 mil dólares por sólo ponerse un saco y aparecer en un comercial, todo eso lo afectó.

La victoria en junio fue todo un suceso no sólo para el peleador de origen mexicano. Llegó como suplente a ese combate sin votos de confianza. La mayoría pensaba que sería un platillo fácil para el campeón Joshua. Andy visitó la lona casi noqueado, pero tuvo el coraje para levantarse y después de derribar en varias ocasiones al campeón, terminó por noquearlo.

Lo que sobrevino fue el dinero en abundancia, los homenajes en México –donde lo recibió el presidente Andrés Manuel López Obrador– y en California, su lugar de residencia. Apareció en propaganda oficial y en comerciales televisivos, fue visitante asiduo de programas con altos índices de audiencia. Fue una suerte de Andymanía la que vivió tras conseguir el título de los pesados.

No lo dejaban descansar y Andy también decía que sí a todo, admite su padre; no se lo tomó con seriedad; a todo decía que sí, mucha gente importante lo iba a buscar y él comía y bebía de más.

En algún momento, don Andrés trató de llamarle la atención a su hijo, le hizo ver que no podía estar tan distraído en actividades que lo alejaban del entrenamiento intenso.

Me respondía: no puedo decir que no, me pagan un dineral, cuenta Andrés; y sí era mucho, pero también estaba confiado, como pudo vencerlo se le hizo fácil, aunque ya le habíamos advertido que Joshua iba a salir a moverse, y aún así no lastimó a mi hijo.

A pesar de la actividad ajena a su preparación, Andy tenía planeado cerrar de forma intensa semanas previas al combate. Tres semanas antes –relata don Andrés– sufrió una lesión en una costilla durante una sesión de entrenamiento.

Ya no pudo trabajar tan fuerte y eso se notó en el sobrepeso con el que llegó, señala el padre; estamos seguros que aprendió la lección, que se levantará y puede volver a ser el campeón que todos queremos. Pero tendrá que poner de su parte.

Para la próxima pelea, asegura que se aislarán del mundo como monjes, enclavados en alguna montaña o un bosque lejos de las distracciones. También que aconsejará invertir su dinero y no derrocharlo en autos de lujo y joyas.

Ricardo Contreras, presidente de la Federación Mexicana de Boxeo, conoció al padre y al hijo, cuando éste formó parte de la selección mexicana.

Don Andrés no es como otros padres que interfieren en el rol del entrenador o el promotor complicando la carrera de sus hijos, afirma Contreras; el padre de Andy sólo impone su autoridad moral para que su hijo sea disciplinado, pero esta vez es evidente que se rebeló, pero si ya lo levantó una vez, estoy seguro que volverá a hacerlo tal como ocurrió cuando cayó en la lona de Nueva York.