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Infancia y sociedad

Ni obligatoria ni laica ni gratuita

E

l bienestar social empieza en la niñez y en la escuela, y sólo si somos capaces de entender que los niños son nuestra mayor riqueza y el capital humano con más potencial de desarrollo, podremos darles educación buena y duradera. La educación en México no es laica ni obligatoria ni gratuita: para muchas familias es un acto de fe más que un derecho; millones de niños no asisten a la escuela, pues carecen de mínimos recursos para vivir; tampoco es obligatoria, pues el Estado no construye escuelas cercanas a todos los niños ni cuenta con mecanismos para asegurar que ninguno se quede sin escuela. Se calcula que más de 4 millones están excluidos de la educación básica, a lo que se suman cifras de fracaso y deserción, alrededor de 5 millones. Faltan escuelas, faltan maestros y falta compromiso del Estado con la niñez.

Muchos de los problemas de la sociedad actual tienen su origen en el abandono oficial de la infancia, porque es en la primera edad donde se funda y reproduce la desigualdad, la pobreza, la violencia y el bajo desarrollo mental, por desnutrición y escasa estimulación. La intervención escolar es raquítica, el calendario cubre apenas la mitad de los 365 días del año y sólo funciona entre cuatro y cinco horas por día. Así se condena a los niños a más de ocho horas diarias de soledad y se les expone a todo tipo de riesgos, pues la mayoría de los padres tienen jornadas laborales de ocho horas que se vuelven 12 o 15 por el tiempo del transporte a sus centros de trabajo.

Tenemos la obligación moral de que las escuelas se transformen en Centros Educativos Comunitarios de Cuidado y Desarrollo Infantil (Ceccudis). Además, la estructura física escolar, hoy tan desaprovechada, puede ser espacio para programas de un Ministerio de la Infancia que absorba parte de la SEP y todo el insensato DIF. Hay que multiplicar los centros escolares que integren los programas aislados para la niñez; necesitamos un padrón nacional para saber exactamente cuántos niños hay en México y en qué condiciones de salud, nutrición y desarrollo mental se encuentran. Asimismo, esos centros escolares de horario amplio responderían a las necesidades laborales de los padres y harían las veces de un gran muro de contención, protección y desarrollo de nuestra mayor riqueza natural: la infancia… Los niños no votan, pero votarán.