Opinión
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La muestra

Papicha: niña hermosa

H

ábitos rebeldes. Papicha: niña hermosa, primer largometraje de Mounia Meddour, realizadora argelina autoexiliada en Francia, es a la vez la crónica de un periodo nefasto en la historia reciente de Argelia, marcado por la irrupción del fundamentalismo islámico en todas las esferas de la vida pública del país (desde la educación hasta la regulación estricta de la conducta y vestimenta femeninas), y el recuento, en clave autobiográfica, de la resistencia de una mujer a todas esas imposiciones religiosas. La trama se desarrolla en el puerto de Argel, hacia 1997, y tiene como protagonista a Nedjma (Lyna Khoudri), una linda joven (papicha), estudiante de letras francesas, aficionada a la música, el baile y el diseño de moda, expresiones de libertad censuradas por el integrismo dominante. La joven y un grupo de compañeras universitarias deciden reivindicar públicamente esas libertades básicas, incluido el derecho a hablar francés, exponiéndose primero a la condena pública y el estigma moral, y poco después a un hostigamiento feroz susceptible de llegar al asesinato.

Resulta interesante observar la manera en que Nedjma y sus amigas transitan de una resistencia pasiva, que mucho tiene de provocación lúdica y candorosa, a una progresiva toma de conciencia que les lleva a percibir el verdadero horror que se cierne sobre el país, e incluso a considerar la posibilidad de tener que abandonarlo. Sin prestar atención a los llamados de cautela que le hacen su novio y otros seres cercanos, la joven defiende con tenacidad su derecho a vivir en Argelia en libertad, y vestir y maquillarse a su antojo en una sociedad que exige de la mujer una sumisión absoluta y el obligado porte de la vestimenta tradicional, el haïk, un velo de cuerpo entero.

La recomendación de alguna amiga es prudente: Cúbrete un poco y evitarás tener problemas; la amenaza de varios hombres es mucho más siniestra: No conviertas el velo que rechazas en tu próxima mortaja. El vuelco irónico y desafiante que dará la joven Nedjma a esas intimidaciones es una de las sorpresas que depara la película, y a la vez su momento más estimulante y libertario. Aunque el clima represivo que describe la cinta ha perdido en Argelia, dos décadas después, gran parte de su virulencia, el señalamiento crítico de la directora mantiene toda su vigencia en la mayor parte del mundo islámico, revelando de paso la carga de intolerancia misógina que aún prevalece en muchas sociedades occidentales y que explica las crecientes revueltas femeninas en las calles. Desde esta perspectiva, Papicha: niña hermosa cobra una actualidad irrefutable.

Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. 12 y 18:15 horas.

Twitter: @CarlosFonfil1