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Economía moral

Somos Homo sapiens o somos Homo prospectus?A

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n coautoría con P. Railton (filósofo), R. F. Baumeister (sicólogo) y C. Sripada (filósofo y neuro-científico), Martin Seligman (MS), fundador de la sicología positiva (referida al ser humano mentalmente sano) publicó, en 2016, Homo Prospectus (Oxford University Press), libro cuya tesis central coincide con el fundamento de mi enfoque de florecimiento humano derivado de G. Márkus. En el prefacio, dice que nuestra especie está mal nombrada. Que Homo sapiens quiere decir hombre sabio, pero que:

A diferencia de Homo habilis, hombre práctico, y Homo erectus, hombre erguido, nuestro nombre no es una descripción, sino una aspiración que no todos logramos. ¿Si no es sabiduría, que es eso que Homo sapiens hace tan bien que ninguna otra especie se acerca? Se han propuesto lenguaje, herramientas, matar, racionalidad, oler mal a los predadores, cooperación –para mencionar algunas respuestas–, pero un examen detallado de lo que otros mamíferos, pájaros e insectos sociales pueden hacer, nos lleva a dudar de nuestra unicidad en cada una de ellas. Así que, con Dan Gilbert, creemos que la habilidad humana sin rival para guiarse imaginando alternativas que se extienden al futuro –la prospección–, singularmente describe al Homo sapiens. La prospección es la habilidad humana efectiva que, en su mejor momento, hace realidad la aspiración por la sabiduría. Por tanto, es mejor llamarnos Homo prospectus. Una vez que se toma este nombre en serio, lo que sigue es mucho más que semántico. Promueve la prospección al frente y al centro de una nueva sicología.

El ser humano canónico, el Homo sicologicus es un prisionero del pasado y del presente, continúa MS, de manera que si queremos saber lo que va a hacer en el futuro basta con saber cuatro cosas: su historia, su estructura genética, sus estímulos presentes, y sus impulsos y emociones actuales. El sicoanálisis, el conductismo e incluso la mayor parte de la sicología cognitiva adoptan esta visión, pero al hacerlo dejan fuera el rasgo más esencial, el punto de apoyo (fulcro) de la acción (agencia) humana, mediante la cual metabolizamos el pasado y el presente hacia el futuro proyectado: la prospección. MS se pregunta ¿qué pasa cuando el ser humano canónico se vuelve Homo prospectus y nuestra habilidad de pensar acerca de nuestros futuros se vuelve la habilidad que nos define? Descompone esta pregunta en seis adicionales (véase cuadro), y dice que ellas son la materia del libro; dedica el resto del prefacio a contar cómo éste se originó:

“Este libro surgió de la insatisfacción con el presente. Después de una década de trabajar en la sicología positiva, de estudiar las emociones positivas, los rasgos positivos… sentí que algo más profundo que la mera omisión de lo positivo hacía falta en la sicología usual. Lo que nos preocupa –lo que nos hace estar tristes, ansiosos o enojados– está mayormente en el presente o en el pasado. Lo que deseamos, en contraste, está con más frecuencia en el futuro... De ahí la obsesión de la sicología, por 120 años, con la memoria (el pasado) y la percepción (el presente) y su ausencia de cualquier trabajo serio en constructos como expectación, anticipación y voluntad. De ahí también el atractivo, para algunos, del ‘determinismo duro’ en el que la conducta, de alguna manera, se retira de la mano del agente y se pone bajo el control de su historia.”

Después MS narra cómo conoció a Railton y a Sripada (a Baumeister lo conocía desde antes) y cómo se pudo poner en marcha el proyecto que culminó en el libro que hoy examino. Narra que Baumeister, con quien estaba trabajando en energía mental, sugirió que la conciencia es, mayormente, la generación de simulaciones sobre futuros posibles –una idea de la que me enamoré. En octubre de 2010 impartió una conferencia sobre sicología positiva. En el almuerzo conocí a Sripada, quien me agasajó con el maravilloso descubrimiento de un circuito cerebral que parecía un buen candidato para el sitio de las simulaciones de posibles futuros de Baumeister. En la cena, Peter Railton, un destacado filósofo moral, me contó que estaba interesado en cómo el deseo parecía más acerca de formar una imagen positiva del futuro que impulsos que nos empujan por atrás. Cuando le pidieron que dirigiera unas palabras a la audiencia, narra que retó a los presentes que fueran más allá de las palabras a favor del trabajo interdisciplinario y, como ejemplo, señaló que Railton y él (sin previa consulta a éste) iban a escribir un artículo sobre ser jalados ( drawn into) por el futuro. Se puso a trabajar, en efecto, con Railton y Sripada y en pocas semanas tuvo un primer borrador de lo que finalmente se plasmaría en el libro. Después se unió Baumeister. La Fundación Templeton, “que financia iniciativas riesgosas de buena ciencia que otras fundaciones no apoyan y que sean compatibles con la visión de sir John Templeton de una ciencia del florecimiento humano”, le otorgó financiamiento. El vicepresidente de la fundación le dijo, como reacción a este proyecto: “Éste es justo el tipo de ciencia que sir John amaba. Él pensaba que la imaginación –mentalidad futurista– era la clave del éxito”.

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