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Nuevas diócesis y viejas disputas en la Ciudad de México
E

l anuncio de la creación de tres diócesis en el área metropolitana de la Ciudad de México ha evidenciado las tensiones que existen entre el actual arzobispo Carlos Aguiar y sectores vinculados al cardenal Norberto Rivera. Hay una lucha sorda de aquellos clérigos que detentaban privilegios y canonjías frente al nuevo estilo de la nueva autoridad eclesiástica. Primero, veamos los cambios introducidos. El papa Francisco aceptó la creación de tres diócesis en la Ciudad de México. El proyecto fue presentado por el arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes, apoyado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y por el actual nuncio Franco Coppola. La CEM informó que como primer obispo de Azcapotzalco se nombró a monseñor Adolfo Miguel Castaño Fonseca; como primer obispo de Iztapalapa a monseñor Jesús Antonio Lerma Nolasco y como primer obispo de Xochimilco a monseñor Andrés Vargas Peña. Celebró esto el cardenal Carlos Aguiar Retes; en un video expresó beneplácito por la determinación papal: Hoy, el santo padre ha decidido crear tres nuevas diócesis con el objetivo de que los pastores estemos más cerca de todos los habitantes de la CDMX. Otro objetivo que reveló el cardenal es respetar y potenciar las raíces e identidad de pueblos originarios con sus tradiciones que se han mantenido; Xochimilco con el Niñopa; Iztapalapa con la Pasión y Azcapotzalco con sus propias peregrinaciones a lo que será su catedral. Tradiciones que se mantienen dan la vida a la vida de la Iglesia ( La Jornada, 28/9/19). Asimismo, se anunció también la creación de la nueva provincia eclesiástica de Toluca, cuyas diócesis sufragáneas serán Atlacomulco, Cuernavaca y Tenancingo, elevando a Francisco Javier Chavolla Ramos como primer arzobispo de la nueva sede metropolitana de Toluca.

El proyecto de creación de diócesis se remonta al segundo sínodo arquidiocesano que impulsó en 1992 el cardenal Ernesto Corripio Ahumada. Fue un esfuerzo ambicioso de construcción consensuada entre los sacerdotes para transformar las comunidades parroquiales, religiosas y laicales. Activar el encuentro entre las culturas de la Ciudad de México con una propuesta pastoral de mayor participación y comunión con la feligresía. Eran proyectos de modernización de las pastorales de la megalópolis, como se experimentó en grandes ciudades como San Pablo, Brasil; Madrid, España, y Milán, Italia.

Este proyecto arquidiocesano estuvo pensado para un sucesor de Corripio con talante pastoral tipo Sergio Obeso. Incluso cientos de sacerdotes, en carta dirigida al papa Juan Pablo II, lo pidieron para el relevo y conducir los destinos de la arquidiócesis. Era el candidato ideal para una ciudad compleja. Pero el arribo de Norberto Rivera apuntalada por el funesto nuncio Girolamo Prigione y el siniestro Marcial Maciel abortaron todo este propósito de renovación. Rivera llegó como arzobispo a la Ciudad de México a los 53 años en 1995. Proveniente de una comunidad indígena de Durango y de una diócesis sencilla y semirrural, no parecía el ideal para conducir una compleja multicultural y cosmopolita circunscripción como la Ciudad de México. Logró colocarse gracias a sus infaustos padrinos, consiguió neutralizar del sínodo de Corripio, frenó el proyecto innovador de una nueva territorialidad de la arquidiócesis gracias a los oficios de otro lamentable personaje en Roma, su aliado Angelo Sodano, secretario de Estado del papa Wojtyla. El saldo de la gestión de Norberto Rivera, casi 22 años de permanencia, ha sido calificada por el historiador Jorge Traslosceros como un desastre. Un gobierno centralizado, una estructura burocratizada, un cardenal que nunca olió a oveja, aliado de los poderosos y de sus frivolidades. Negocios turbios y envuelto en continuos escándalos. Los censos de 2000 y 2010 muestran una caída vertical de los católicos en la ciudad casi al doble de la caída promedio nacional. El proyecto de las nuevas circunscripciones eclesiásticas enfrenta resistencias de actores ligados a Rivera vinculados al Yunque, que se opusieron con todo para frenar el arribo de Aguiar. Existen posturas de revancha y abierta confrontación que emula el inusitado acoso que la derecha estadunidense ejerce sobre el papa Francisco. En otro momento ahondaré, pero ahora la rebelión tiene los siguientes actores: a) clérigos y laicos que perdieron sus privilegios y se sienten desplazados; b) sacerdotes que con los cambios vieron afectados sus intereses económicos que incluyen prácticas de corrupción eclesiástica, y c) el lobby gay homófobo que bajo el amparo de Rivera desarrolló intereses y posicionamientos.

Estas fracturas eclesiásticas y enfrentamientos internos no son exclusivos de la arquidiócesis primada, se presentan en otras diócesis. Sobresale Guadalajara. La poderosa arquidiócesis tapatía lleva años de lucha sorda, encabezada por el tosco cardenal en retiro Juan Sandoval Íñiguez. La caída de fieles, escándalos por pederastia, actitudes timoratas de los obispos y divisiones agudas dentro de la Iglesia conforman un cuadro desolador. Recupero el duro mensaje a los obispos del papa Francisco en Catedral, febrero de 2016: Los exhorto a conservar la comunión y la unidad entre ustedes. Esto es esencial, hermanos; esto no está en el texto pero me sale ahora: si tienen que pelearse, peléense; si tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir juntos y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal.