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Desde otras ciudades

Goslar, ciudad Patrimonio de la Humanidad, es testigo del talento de un escultor mexicano

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▲ A los pies del Palacio Imperial de Goslar la escultura del poblano Saúl Ignacio López Pereyra Ensamble de Siluetas, colocada hace dos años.Foto Alia Lira Hartmann
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oslar, pequeña ciudad al norte de Alemania, en el estado de Baja Sajonia, con una población de 50 mil habitantes, es uno de los atractivos históricos y turísticos más importantes del norte de este país, donde a cada paso se respira el pasado imperial de la nación teutona.

Con más de un milenio de historia tras de sí gracias a un importante centro minero de plata y cobre –las minas de Rammelsberg, ubicadas en las inmediaciones de la ciudad en la zona montañosa del Harz–, se halla el parque nacional más importante del norte del país; tanto Goslar como las minas ostentan desde 1992 el título de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco

El prolongado florecimiento económico estuvo siempre vinculado a la producción minera. Las minas fueron clausuradas en 1988. Goslar fue residencia imperial y en el año 1009 Enrique II establece la primera Asamblea. La ciudad se convirtió entonces en residencia imperial.

Al encontrarse hasta cierto punto protegida por la zona montañosa del Harz, se halla prácticamente intacta.

La pequeña ciudad salió bien librada de las dos grandes guerras. La coyuntura histórica jugaba a favor de Goslar, que en ese momento no resultaba trascendente en el mapa político alemán. Esta fortuna permitió que se conservaran bellísimas edificaciones tradicionales de la típica arquitectura nacional: el Fachwerk, un tipo de construcción con entramados de fuertes vigas de madera oscura entre los muros tanto internos como externos y que es característica a lo largo y ancho de todo Alemania.

Aunado a los sinuosos y angostos caminos empedrados, el Kaiserpfalz –antiguo Palacio Imperial– se levanta imponente en el centro de la ciudad en una colina que permite admirar lo espectacular de su construcción y el pasado glorioso de esta pequeña ciudad.

La escultura de un extraordinario y talentoso joven artista mexicano, Saúl Ignacio López Pereyra (31), forma parte de manera permanente del paisaje urbano de la milenaria ciudad a los pies del monumental Palacio Imperial de Goslar, privilegio del que pocos artistas mexicanos pueden gozar en Europa.

Única en su género en este país, Ensamble de Siluetas fue el trabajo de López Pereyra que obtuvo en 2017 un importante premio a la convocatoria de la Evangelische Lutheranische Popstei en Goslar para realizar una obra de arte que resaltara la figura de Martín Lutero. Alemania celebraba en ese año los 500 del nacimiento del fraile alemán impulsor de la reforma religiosa que provocara la división de la Iglesia católica y diera origen a la evangélica.

Alia Lira Hartmann corresponsal