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Ciudad perdida

Cambios en el gabinete // La salida de Sosa //Lastres en el gobierno

¿P

or qué Pedro Sosa en el Invi?

La decisión de Claudia Sheinbaum de dejar fuera de su gabinete al titular del Instituto de Vivienda no pareciera muy explicable si el motivo tuviera que ver con la eficiencia del servidor público.

Y menos aún si esto obliga a mirar hacia otros puntos del gabinete. Si Pedro Sosa Álvarez, quien debe entregar las oficinas del Invi ya, tuvo un problema de comunicación con el gobierno central, hay otros funcionarios que tal vez se comuniquen, pero no entienden nada, hacen las cosas mal y siguen sin mayor problema dentro del gabinete.

Tal vez sea grave el asunto de Sosa Álvarez, pero en nada se compara con el gravísimo problema de la inseguridad donde día con día el gobierno naufraga, aunque la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, hable de cifras increíbles y con tufo demagógico que no convencen a nadie. Es decir, si alguien debería salir del gabinete en primer lugar no estaría Sosa, ni con mucho.

Entonces, la decisión parece inspirada en la presión de algunos grupos convertidos en nuevas clientelas o peor, en algún berrinche inconfesable que nada tiene que ver con la eficiencia o con el querer mejorar el servicio público, sino con alguna desavenencia entre la jefa de Gobierno y el subordinado.

Y es peor si miramos quién se queda al mando. Se trata de Rodrigo Chávez Contreras, un funcionario oscuro vinculado al grupo Patria Nueva, y aunque se ha dicho que él no será quien encabece el instituto, hay presión de algunos grupos ligados a la administración pasada que buscan imponerlo. El encargo a Chávez Contreras parece ser el producto de la prisa por quitar de enfrente a Sosa, cuestión que tampoco habla de una decisión bien reflexionada.

Los cambios en el gabinete de la jefa de Gobierno se esperan desde hace buen tiempo, porque como ya decíamos en este espacio, saber escoger y rectificar en los nombramientos de un gabinete también es gobernar, y baste recordar que hay funcionarios que no aligeran la carga, sino que son una carga.

Por lo pronto, la jefa de Gobierno ya hizo el primer cambio, los que faltan, porque seguramente faltan y son necesarios, deberán responder a las fallas que se han vuelto obvias, y con las que no debería cargar Claudia Sheinbaum, sobre todo si se trata de funcionarios recomendados que sólo tienen eso, una recomendación, pero carecen de la experiencia requerida para estar dentro de un gabinete con la responsabilidad que hoy tiene el gobierno citadino.

De pasadita

Ya es un escándalo que el jefe del Congreso de la ciudad, si así le podemos llamar a Ricardo Ruiz, esté rebasado por todos lados por el diputado José Luis Rodríguez. Mientras el primero se dedica a poner en orden su teléfono inteligente durante las reuniones a las que asiste y en alguna de las que debe presidir, Rodríguez hace la chamba.

La desaparición política de Ruiz empieza a descomponer, un tanto, los trabajos del Congreso. Los acuerdos ya no pasan por él y, según nos cuentan, tanto los diputados de Morena como los de los partidos de oposición, cuando se trata de llegar a un acuerdo que trascienda, ni se preocupan por Ruiz, quien no se despega de la pantalla de su teléfono.

Ya es hora de que el Congreso funcione. Entre improvisados en las curules y los resentidos en algunas otras posiciones el tiempo pasa y ya hay quien dice que esta legislatura es peor que la pasada, cosa que parecía imposible.

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