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Nosotros ya no somos los mismos

El debate tricolor

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▲ Ivonne Ortega Pacheco resaltó que si seguimos haciendo lo mismo que nos llevó a la derrota, vamos a tener los mismos resultados. La ex gobernadora es una de las aspirantes a dirigir el CEN priísta.Foto Jesús Villaseca
A

l terminar el primer encuentro (llamado debate), entre los tres aspirantes a la presidencia del CEN del PRI se me antojó poner en práctica una argucia, estratagema, o simple divertimento que solía practicar en aquellos tiempos en que la oratoria, (el arte del bien hablar) era, ¡Quién lo creyera! Una de las más emocionantes actividades culturales de los jóvenes de aquellos tiempos idos. Qué tan idos no serán esos tiempos que, (¡Quién lo creyera! de nuevo), los jóvenes tenían un acervo lingüístico muy superior a los 200 vocablos, que, en promedio, constituyen el amplísimo repertorio con el que (¡quién lo creyera!, por última vez en esta cuartilla), se comunica la generación Y conocida también como: millennial generation.

La simpleza de mi juego era poner la acción de la cinta que veía en el sistema de slow motion o al contrario en speed motion, dependiendo del comportamiento del personaje en pantalla. También bajar totalmente el sonido y registrar tan sólo el lenguaje gestual, postural, corporal, kinésico. Las tres opciones producen situaciones absolutamente hilarantes (aunque no tanto como las ideas de algunos de los actores centrales de los debates), que alivianan muchísimo sus abrumadoras reiteraciones y autovaloraciones. Ya hablaremos de esto más adelante pero, por ahora, permítanme una sugerencia: vean a Vicente Fox a cuadro. Cancelen el audio y gocen su discurso. No le escatimemos méritos: Groucho, Harpo, Chico y Zeppo unidos, por Fox, serán vencidos.

Pero volvamos al debate tricolor. Ya dijimos que participó una novicia cuyo innegable mérito fue ganar un lugar en esta liza retórica/política a la que la muy mentada cúpula pretendía negarle acceso por una friolera: hace algún tiempo, acusan sus oponentes, la señora Piñón llevó a cabo un público flirteo con una cúpula enemiga pues, aprovechando una enfermedad muy de moda que se llama daltonismo ideológico, insistía en que la banderita tricolor del emblema priísta a ella le parecía idéntico al escudo azul y blanco que comparten las asociaciones marianas y el partido Acción Nacional. Ciertamente hubo un tiempo en que el PRI y el PAN estaban, gracias a doña Lorena como dice la expresión castiza: a partir un Piñón. La señora peleó y ganó sus 15 minutos de reflectores. Luego reflexionó ¿O ya estaré chocheando y se me escapa que toda buena producción cinematográfica requiere de un mínimo de extras que acuerpen la película? Además, aquí se le garantizó a Lorena hasta una serie de líneas, de diálogos, que ya los hubiera querido Ofelia Guilmáin en sus inicios. El fin del filme es del todo previsible: Lorena será la encargada de levantar la mano del presidente Alejandro, lo que le dará, un hálito de legalidad al proceso y, si el nuevo secretario de comunicación del CEN, es alguien que conozca del oficio, y además domine las reglas de la contemporaneidad, hasta un vaho de legitimidad puede conseguirle. El presidente MorenOO, (expresión gráfica en obvio de malos entendidos) buena onda como es, le encontrará acomodo en el exiguo comité que presida y, muy probablemente, le verá carita de plurinominal.

Luego, en la contienda de tres, encontramos, con mayor peso (actoral, me refiero), la participación de una ex gobernadora y ex dirigente nacional. Comentaristas muy avezados la consideran maniaco-cupulista o cupulista adictiva: su necesidad patológica de ascenso la lleva a treparse a todas las ruedas de la fortuna que se le cruzan en el camino. La última (no, no fue la de Disney World), sino la definidora del candidato presidencial del PRI en 2018. Ivonne sabía perfectamente quién era el elegido desde el Olimpo y que esa decisión archirrecontra cupular no tenía vuelta de hoja pero, ¿Qué tan útil sería una piedrita de utilería sembrada en el camino, que ayudara a la credibilidad y, sin riesgo alguno, nos diera un ápice de legitimidad? El truco es viejo, pero vigente: Ivonne amenazó (?) con arrebatar la candidatura a Meade y, ¿cómo estaría de sólida y legítima ésta, que fue de chicle y pegó? Ivonne, según versión pública de don Alejandro Moreno Cárdenas, le concedió ligero cambio a la cúpula partidaria: una beca para estudiar a fondo la cúpula de la Capilla Sixtina.

Antes del día de la elección, todavía tenemos tiempo para preguntar al próximo presidente del PRI, don Alejandro Moreno Cárdenas, dónde estaba, qué cargo ocupaba y cuál era su íntima convicción ideológica, su postura política sobre la mayor ofensa que ha recibido su partido desde su fundación: que un nerd, un alienígena, fuera, ante la pobreza intelectual, anímica de millones de mexicanos, el mejor, el único digno de representarlos en una contienda electoral.

¿Y las bases, Margarito? ¿Y la militancia, la ideología, Margarito? ¡Lástima Margarito!

Twitter: @ortiztejeda