Opinión
Ver día anteriorMiércoles 12 de junio de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Isocronías

Decires dichos

–H

az por procurar que la libertad te deje libre, que la sensibilidad te transmita y transmita el sentido de tu sentir, que la imaginación diga y te diga en símbolos lo real de la realidad. Eso es lo que ellas hacen, pero tú no te permitas dejar de procurarlo –dijo.

–El verdadero poeta, el verdadero artista, intuye hacia donde va el tiempo, los tiempos qué caminos habrán de agarrar. Y los grandes no se quedan en la época. Quienes en ella finalmente se quedan son muy agradecibles, quede claro, pero los grandes la rebasan, y si de veras grandes no sólo con mucho sino con mucho y a todo lo que da, que es quietamente, sin alharaca alguna, como si nada. Los grandes grandes son, o eso imagino –dijo–, porque se saben tan pequeños, tan mínimos se vuelven, que dan (su obra da, dicho mejor) con el centro de los tiempos, en mi imaginación también tan mínimo. Y el centro de los tiempos, que presupongo mínimo, muy mínimo, ¿qué es? Si no la eternidad, algo por el estilo. En todo caso, cierta orientación: ‘‘Has llegado al lugar del que parten, o parece, ¿tú cómo la ves?, los caminos del tiempo’’–. Sonriente, remató: –Es una broma; espero que bonita...

–Un poema presenta, siempre (este ‘‘siempre” es algo cuestionable, dejemos tal asunto para otro día), un conflicto. No lo resuelve, pero lo presenta de la mejor manera, de una manera estética. Y visto así el problema disminuye, casi ya ni es problema; puede decirse que sin el casi: es del todo gozable. Para la quizá inmensa mayoría de los receptores por supuesto lo es. Y aun cuando el propio autor no lo hiciese patente, probablemente el primero en gozarlo será (es, ha sido) él –dijo.

–En qué buena medida no la grandeza de un escritor reside en su capacidad de empatía con el lector –dijo.

–Criticar –dijo– no es poner en cuestión; es poner en orden.

–‘‘¡Habrase visto!” exclamación es que si no todos usamos a nadie sorprende, pero que trasladada a otros sentidos, un poco menos en el caso del oído, sin duda extrañaría. El colmo, a mi entender, si referida al olfato: ‘‘¡Habrase olido!” –comentó.