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Enfrentar a la muerte me enseñó a ser paciente

Hay más turismo de altura que alpinismo puro: Elsa Ávila
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de mayo de 2019, p. a11

Sin oxígeno suplementario hasta 8 mil metros y con el estilo alpino, que pocos practican, Elsa Ávila se convirtió hace 20 años en la primera latinoamericana en alcanzar la cumbre del Everest. En el punto más alto del planeta apenas permaneció unos instantes, debía apresurarse para el descenso; sin embargo, queda en ella el sentimiento de paz, de alerta y de ser un intruso en la perfección de la naturaleza.

La muerte ha acechado a Elsa arriba y abajo de la montaña. Aun cuando haber escalado los 8 mil 848 metros del Everest le dio reconocimiento, la experiencia que más repercutió en ella fue el primer intento que hizo en 1989 para alcanzar esta cima, cuando sufrió una hipoxia (falta de oxígeno) y aprendió que se debe tener paciencia si se quiere sobrevivir.

–¿Qué es lo que más recuerdo de haber escalado el Everest?

–Que antes estuve cerca de morir, dice con seriedad pero sin preocupación por lo que pasó. “Era otra época, en esa expedición iba sólo con mi ex esposo (Carlos Carsolio), empecé a tener los síntomas de falta de oxígeno y debía tomar una decisión rápido, pese a tener la cumbre enfrente tuve que aprender a transformar la frustración en aprendizaje".

Tuvo que esperar 10 años para enfrentar de nueva cuenta el extremo frío y el inhóspito terreno de la montaña más alta para llegar a su cumbre el 5 de mayo de 1999. Pero el esfuerzo no se terminó en la cumbre, faltaba lo más complicado, el descenso, donde muchos montañistas han fallecido.

“No podía ser una estadística más, ya tenía a mis hijo y debía regresar con ellos. El alpinismo parece un deporte egoísta, pero se trata de compartir el aprendizaje".

Foto
▲ Falta rescatar la buena escuela mexicana de alpinismo, dice.Foto cortesía de Elsa Ávila

La vida es diferente antes y después de encumbrar una montaña. En el caso de Elsa, el proceso para ser una alpinista destacada la llevó al budismo y, sobre todo, a aprender que pese a la tormenta no hay que olvidar que la meta no es la cima, sino sobrevivir.

Esta filosofía la ha salvado en las cuatro veces que ha sufrido microinfartos y una fibrilación auricular, complicaciones de salud que Elsa desconoce si son secuela de sus expediciones en las alturas. El médico dice que pueden ser muchas causas, lo que importa es tener buena calidad de vida, dice al recordar que cuando sufrió la primera embolia; la controlé con un poco de risa.

A sus 52 años, Elsa se dedica a dar conferencias, al tiempo que hace un llamado por el respeto a la montaña en una época en la que las agencias de turismo lucran para que miles de personas presuman que han escalado montañas sin experiencia de alpinismo.

Ahora ya cualquiera sube al Everest, pero no por ser alpinista sino porque hacen turismo de altura, abusan de la tecnología y destruyen la naturaleza, señala en referencia a las expediciones con cuerdas fijas y que abusan de la ayuda de shepards para guiar a los aventureros inexpertos.

Falta rescatar a la buena escuela (de alpinismo) que había en México, porque hay un retroceso en este deporte, remata con molestia la mujer que enfrentó a las cimas más altas con sus propias manos tras fuertes episodios de montañista.