Opinión
Ver día anteriorViernes 3 de mayo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La España de siempre
R

afael Alberti, versos que se encadenan de colores azules, rojos, amarillos que recuerdan su bahía gaditana y el camino de la isla de San Fernando. Versos que giran revoleras y forman figuras espléndidas a las que cambia de viaje en su revolera, ¡arrebol de arreboles!

Poeta natural dotado de poderes sobrenaturales en la musicalidad, que aprendió en esa tacita de plata que es Cádiz. En él vibra el espíritu del verdadero pueblo español, que es el mismo de cualquier país. En su verso desgarrado se expresa el dolor hondo de los miserables. En su cante se escucha el ¡ay! desesperado de los desarrapados y los hambrientos del mundo; en la misma forma que ir y venir de las olas. Símbolo de lo olvidado, de lo que falta a los que da voz musical.

Rafael Alberti, el poeta como tronco de faraón, aprendió de Manuel Torres el cantaor de flamenco, que en el cante jondo, las manos duras de madera, sobre las rodillas, tienen que buscar hasta encontrarlo, el ‘‘tronco negro de faraón”. En su verso que es cante jondo, buscó y buscó el tronco negro… que brillaba esplendoroso en sus veladas musicales.

Rafael Alberti sigue y seguirá cantando su arrebol de arreboles, ¡aire que se lleva al aire! ¡Aire que el aire la lleva! Total, la mujer es un caramelo de albaricoque, de frambuesa o de limón, a la que canta; la Telethusa de Gades.

‘‘Diestra en quebrantar la delgada cintura
en replicar los palillos sonoros,
diestra en volar sin dormirse en el vuelo
en no pesar al piso la tierra.
¡Hondas gargantas dolidas susurran
lentas crepitan murientes!
Cádiz te ciñe, tus olas te abrazan
Tú eres el mar y la espuma de Cádiz.”