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España, elecciones más allá de la aritmética política
M

ás allá de la estrategia del miedo, la confrontación y las descalificaciones, los resultados muestran un mapa político sin grandes variaciones. Las novedades de coyuntura como la irrupción de Vox quedan en un anecdotario si la derecha no puede configurar una mayoría de gobierno y así ha sido. Las consecuencias de la división de los partidos conservadores, y con ello la fragmentación del voto, hay que buscarlas al interior de las organizaciones que decían representar el universo del nacionalismo español, el constitucionalismo patriótico y la España católica enraizada en sus tradiciones y costumbres. Tanto se escoraron a la derecha que se hundieron. Por el contrario, movilizó a la izquierda. El mensaje no tuvo las repercusiones esperadas.

En el Partido Popular la derrota pone sobre la mesa el liderazgo de Pablo Casado como presidente del partido, arrastrando a su protector Jose María Aznar y toda la vieja guardia. Un fracaso histórico, cuyo dato más significativo ha sido dejar sin escaño al vicesecretario general y jefe de campaña Javier Maroto. La crisis está servida, más aún cuando las elecciones, europeas, municipales y autonómicas están a la vuelta de la esquina. Los populares tienen menos de un mes para replantearse la estrategia. Otra derrota sería tanto como pensar en una refundación a marchas forzadas. Para Pablo Casado, el 26 de mayo es la fecha para validar su crédito o dejar la secretaría general. Ninguna de sus incorporaciones estrellas han sumado, culpar a Vox de su debacle es tirar balo-nes fuera.

Por otro lado: Ciudadanos. Albert Rivera y su formación crecen mirando a la derecha y con ello han roto cualquier tipo de pacto posible con el PSOE. Su crecimiento se hace a costa de los votantes del PP. Sin identidad y manejando un discurso asentado en los peligros de una izquierda que busca romper la unidad de España se enroca en la Europa de la Troika, las grandes trasnacionales, al resguardo de la OTAN y el liderazgo de Estados Unidos. Vox, el invitado no de-seado, es una excrecencia de la derecha cuyo futuro está condicionado por rehacer la casa común de los conservadores. Su voto es un voto prestado. En el medio plazo, su presencia aboca a la derecha a encontrar un punto de encuentro si quiere recuperar el gobierno de España. La reunificación de nacional-católicos, neofranquistas, liberales, conservadores es la tarea. La patronal y el IBEX 35, las empresas más importantes que cotizan en bolsa, lo saben y en ello pondrán todo el empeño a medio plazo. Por el momento les queda confiar en el PSOE y desde luego no dudan en hacerlo. Si pueden presionarán para lograr acuerdos entre Ciudadanos y PSOE en el medio plazo, lo harán. Hoy, este camino está clausurado, y no es precisamente por Pedro Sánchez, el gran triunfador de estas elecciones. Muchos de los barones socialistas, entre otros, el sempiterno Felipe González, ven con buenos ojos un pacto entre Rivera y Sánchez.

Estas elecciones dan como claro ganador al PSOE con 123 diputados. Sin mucho en su haber, salvo ganar una moción de censura, Pedro Sánchez refrenda su liderazgo al interior del partido y sale fortalecido de cara a las posibles alianzas. Sin duda, buscará gobernar en solitario, apoyándose en los resultados de sus socios naturales. Unidas Podemos tiene 42 escaños, seis el PNV, cuatro Bildu y uno Compromís. La suma le otorga mayoría absoluta, 176 votos. En otras palabras, no requiere de Ezquerra Republicana de Cataluña y sus 15 diputados o los siete de JxCat. Quienes proclamaron la vía unilateral de la independencia de Cataluña pierden fuelle en una negociación con el PSOE. Circunstancia que tiene como efecto dejar sin argumentos a las tres derechas en cuanto a la deriva independentista del PSOE. En contrapartida desempolvarán el discurso antiETA.

En cualquier caso, salvo catástrofe, el PSOE tiene asegurada la investidura. En el peor de los escenarios se puede recurrir a la abstención de algunos de sus socios y obtener mayoría simple sin demasiadas concesiones. El problema no está en los pactos. Los partidos mencionados han señalado su apoyo a Pedro Sánchez. Pero Unidas Podemos plantea la entrada en el consejo de ministros. Es decir, formar parte del gobierno y de esa manera revertir su derrota en las urnas, donde ha perdido millón y medio de votos y 29 diputados. Pablo Iglesias no piensa en la dimisión a pesar de sus resultados. De hecho, Iglesias, en su comparecencia, pone sus 42 diputados a disposición de Sánchez para formar gobierno. Ahí está el escollo que debe salvar el PSOE. Unidas Podemos y sus deseos de negociar ministerios a cambio de sus votos para hacer presidente de gobierno a Pedro Sánchez. No hablamos de programa, sólo poder. Un relato que puede terminar en una legislatura bronca. Las ansias de Pablo Iglesias de participar de los secretos del consejo de ministros ponen a prueba las opciones de un gobierno de PSOE. ¿Gobernará el PSOE con Unidas Podemos? La respuesta no está clara.