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La cifra de indecisos va de 30 a 40%

Malestar en el PP por deserciones a unos días de los comicios generales en España

El consenso es que Iglesias ganó el debate, pero Podemos está lejos de la pelea por el poder

Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 25 de abril de 2019, p. 23

Madrid. Faltan sólo cuatro días para las elecciones generales de España y en la bancada del derechista Partido Popular (PP), en el Congreso de los Diputados, hay nervios, tensión y un malestar que va en aumento ante la ola de deserciones de altos dirigentes que ponen en duda el proyecto de Pablo Casado, el nuevo líder. El último ejemplo fue el de Ángel Garrido, ex presidente de la Comunidad de Madrid, quien dejó el cargo hace unas semanas para integrarse en las listas del PP para las elecciones europeas, pero que finalmente decidió apoyar el proyecto político de Ciudadanos (C’s), la formación liberal que aspira a convertirse en el partido de referencia de la derecha española.

El PP sufrió una severa crisis después de la moción de censura que sacó del poder al ex presidente Mariano Rajoy. Esa maniobra parlamentaria no sólo llevó a la presidencia del gobierno al socialista Pedro Sánchez, sino que también precipitó una crisis profunda en el PP, que derivó en la elección del sucesor a través de una elección primaria que ganó Pablo Casado frente a Soraya Sáenz de Santamaría, ex vicepresidenta del gobierno que en teoría era la candidata del aparato.

El socialista Pedro Sánchez, con sólo 10 meses en el poder, tuvo que convocar a elecciones anticipadas tras fracasar en su intento de aprobación de los presupuestos generales del Estado, sobre todo porque los diputados de las formaciones independentistas catalanas le negaron su apoyo si antes no se comprometía a permitir la celebración de un referendo de independencia.

La precipitada convocatoria de los comicios coincidió con un momento de refundación del PP, que realiza cambios en numerosos órganos directivos y cuadros regionales.

Casado confeccionó sus propias listas electorales de frente a los comicios generales, pero también para los europeos, los autonómicos y los municipales que se celebran este año, y dejó fuera a muchos líderes del antiguo núcleo duro de poder del PP, lo que ha provocado que varios de los nombres más destacados en algunas regiones, como José Ramón Bauza, en las Islas Baleares; Silvia Clemente, en Castilla y León; y Ángel Garrido, en Madrid, decidieron integrarse al proyecto de C’s, cuyo líder, Albert Rivera, aspira a convertirse en el candidato más votado del bloque de la derecha el próximo domingo.

La deserción de Garrido, ex presidente de la Comunidad de Madrid, tras la dimisión de Cristina Cifuentes por un escándalo personal, sucede a sólo unos días de la cita electoral y unas horas después de los dos debates electorales en los que los dos aspirantes de PP y C’s expusieron su tensa rivalidad por la hegemonía del bloque conservador.

Garrido decidió sumarse a C’s porque, según él, es el partido que mejor representa los valores del centro liberal, de la moderación, del diálogo, de la concordia y de gobernar para todos.

Ante la proximidad de la cita electoral, un numeroso grupo de intelectuales, escritores, creadores, periodistas y artistas de diversos géneros difundieron un comunicado en el cual advierten del riesgo de que tras los comicios se instalen en las instituciones del país las ideas de extrema derecha que representa el partido Vox, el cual podría tener la llave de la gobernabilidad si finalmente el bloque de la derecha se impone en los comicios.

Los intelectuales advierten que los valores de la dignidad humana están ardiendo en la noche democrática y no hay patrimonio más importante que la propia humanidad. La libertad, la igualdad, la justicia y la bondad son valores imprescindibles para un progreso social que no puede humillarse ante la mentira, el insulto, el racismo, el machismo y la avaricia.

Por eso –señalan– la cultura no es un entretenimiento prescindible; es educación, imaginación moral, conocimiento, memoria y compromiso ético con la vida. La cultura tiene hoy como mayor enemiga la creación de una realidad virtual destinada a extender las mentiras para manipular las conciencias y provocar sentimientos de odio.

Y hacen un llamado: gente de la literatura, el teatro, el cine, la música, el arte, la danza y el periodismo, trabajadores de la palabra y la imagen, hombres y mujeres de la cultura, queremos pedir que la España real se movilice el próximo 28 de abril contra los odios de las mentiras reaccionarias y llene las urnas de bondad democrática.

Entre los firmantes están Pedro Almodóvar, Pilar Bardem, Joaquín Sabina, Antonio de la Torre, Ana Belén, Joan Manuel Serrat, Leiva, Irene Escolar, Fernando Trueba y Almudena Grandes.

Josetxo Zaldua

Enviado

Madrid. Un día después del último debate cuatripartito, nadie está seguro de nada. El consenso es que el pugilato del martes fue ganado por Pablo Iglesias, el líder de la izquierda española representada en Podemos. Pero eso parece no preocupar a nadie. La pelea por el poder está lejos de los podemitas, por quienes casi nadie apuesta un euro. Y eso a pesar de que Iglesias dio en el último debate del martes una suerte de cátedra de sentido común y buenas costumbres.

El partido Podemos, víctima de sus luchas intestinas, parece condenado al averno. Iglesias fue la voz pausada y propositiva frente a las descalificaciones cruzadas de, sobre todo, los representantes de la derecha, Partido Popular y Ciudadanos, empeñados en acabar con el actual presidente socialista, Pedro Sánchez, sin perderse de vista atacándose mutuamente en la pugna por ocupar el espacio menos ultramontano de la derecha española representada amenazadoramente por el ultraderechista partido Vox, liderado por el vasco Santiago Abascal.

Mientras la derecha se desgarra sin solución de continuidad, socialistas y podemitas coinciden, aparentemente sin pactos de por medio, en que el interés común es impedir el ascenso al Palacio de la Moncloa de una derecha recargada por el arrastre de Vox, que acaba de mostrar sus fauces en las elecciones autonómicas de Andalucía, donde obligó al PP y a Ciudadanos a pactar con ellos para formar gobierno y desalojar del poder después de más de 30 años al PSOE. Hay que recordar que Andalucía es el principal vivero de votos de los socialistas.

Caminando este gélido y lluvioso miércoles por algunas calles madrileñas el denominador común es que hubo más gente que no siguió el debate a la que a ratos estuvo pendiente de él. Esa franja de votantes indecisos que oscila entre el 30 al 40 por ciento provoca que haya extrema cautela a la hora de apostar por el resultado electoral del próximo domingo.

El martes, mientras los cuatro jinetes de la política española con presencia nacional se mentaban la madre en la televisión privada, las huestes de Abascal se concentraron en la plaza de toros de Las Rozas, en el norte de Madrid, una zona de alto poder adquisitivo. El líder del ultraderechista Vox tiene garantizado, de entrada, el voto de los amantes de la tauromaquia. Por eso eligió una plaza de toros, no muy grande, y una zona de gente pudiente.

No cabía un alfiler en los tendidos, no cabía una bandera española más en los tendidos y en el ruedo. Fue una suerte de éxtasis rojigualda, colores de la enseña nacional. Ensoberbecido, Abascal, alumno aventajado del expresidente José María Aznar, repartió estopa a diestra y siniestra. Hay que reconocer que el tipo va de frente y no se aparta.

Ahí presumió del voto oculto como queriendo dar a entender que ese factor lo favorecerá. Tal vez no sea tan descabellado lo que dice. Por de pronto hablar de 30 a 40 por ciento de votantes indecisos es como para poner a temblar a cualquiera.

Probablemente eso no suceda, pero en la noche del domingo madrileño –por ahí de las 13 horas de México–, sabremos cuál será el rol de la ultraderecha española en el reparto final del pastel electoral.