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Tumbando caña

El saludo cubano de Agnès Varda

E

n 1962 Agnès Varda viajó a Cuba con el fin de vivir los primeros momentos de la aún joven revolución.

Había sido invitada oficialmente por el gobierno castrista que se esforzaba en fomentar las relaciones públicas y llevaba a la isla a intelectuales y creadores para mejorar una imagen que en el resto de mundo estaba lastrada por la propaganda negativa de Estados Unidos.

En aquella ocasión, Varda viajó junto con otros intelectuales franceses de simpatías izquierdistas, entre ellos, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras y los fotógrafos Henri Cartier-Bresson y René Burri, a quienes reveló la idea de retratar a los cubanos en su nueva realidad.

Cuba, por ese entonces era el foco de atención del mundo entero y La Habana, una ciudad viva con gente en la calle que reía, bailaba y no se detenía a filosofar enmedio de desafíos y tensiones derivados de una revolución amenazada por un vecino poderoso. Eso llamó poderosamente la atención de la ya entonces importante cineasta francesa que con su pequeña Leica empezó a registrar cuanto veía. Tres semanas permaneció Varda en la capital cubana logrando en su andar un compendio importante de fotografías que, tras organizarlas, le dio ritmo y sentido en un filme al que llamó Salut les cubains (Saludos cubanos) con duración de 30 minutos y una explosividad inmediata.

Saludos cubanos se estrenó en mayo 1964 en París, siendo todo un acontecimiento y una apertura a los ojos europeos de una Cuba que en medio de su crisis baila y canta, según expresó Agnès en ese momento.

En el documental se ven escenas de la vida cotidiana habanera y del campo cubano: los amores adolescentes, los juegos infantiles, las actividades agropecuarias, los alfabetizadores y alfabetizados de la campaña nacional de 1961, los voluntarios cortadores de caña y el juego de pelota.

Varda captó también el funcionamiento de las instituciones y la vida de los intelectuales y artistas. Aparece el gran Benny Moré, con su estampa de cantor regio de bastón y sombrero, en el salón Turquino del Hotel Habana Hilton (hoy Habana Libre), quien fallecería prematuramente pocas semanas después de su encuentro con la francesa; también estaba una jovencísima Sara Gómez (amiga de Varda), bailando un cha cha cha vestida de miliciana en aquellos días que soñaba ser la primera realizadora cubana.

Destacan los retratos de Fidel Castro, sonriente a pesar de que la fotógrafa le pidió que no sonriera, y los de sus amigos Wifredo Lam, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Carlos Rafael Rodríguez... Todo esto animado al ritmo de guarachas, congas y rumbas, bajo la guía de un texto leído por la artista y el actor francés Michel Piccoli.

Un educativo y entretenido documental en el que la realizadora recientemente fallecida consigue que las personas y circunstancias retratadas dialoguen en medio de la bulliciosa cotidianidad en lo que ella denominó socialismo y cha cha cha.

Tan luego llegué a la Habana, percibí a Cuba como una onda en movimiento, declaró a la prensa francesa. Me llamó la atención esa espontaneidad en como discurre la vida del cubano y quise exponerlo. La idea inicial era rodar un documental en forma, pero había viajado sin ayudantes y el manejo de la cámara de cine se me hacía imposible por el peso. Decidí entonces armar la narrativa con un procedimiento contrario por medio de las fotos fijas, que luego animé basándome en los movimientos intermedios.

El viaje de Agnès a la mayor de las Antillas le significó mucho. Realmente es una historia de amor con Cuba, la Revolución, la música, y, sobre todo, con la gente, expresó.

Según FILMAFFINITY, Salut les Cubains anima mil quinientas de las más de cuatro mil instantáneas que Agnès Varda tomó durante sus vacaciones en Cuba. Todo un documento que hoy se puede ver (breve temporada) en la plataforma web de películas Mubi.