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Científicos tienen éxito al combatir bacterias con virus de aguas residuales

Alternativa ante la resistencia a los antibióticos, ha resultado eficaz contra las seudomonas

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▲ Tratamiento con virus para Ella Balasa, quien padece fibrosis quística y se benefició del experimento. A la derecha, con Jon Koff, y Benjamin Chan, de la Universidad de Yale.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de febrero de 2019, p. 2

Connecticut. Las bacterias de sus pulmones resistían la mayoría de los antibióticos. Ella Balasa, de 26 años, decidió entonces probar un arriesgado experimento: inhalar un virus procedente de aguas residuales para combatir esos microorganismos.

No tengo muchas alternativas, explicó Balasa, quien viajó de Richmond, Virginia, a la Universidad de Yale para probar lo que asomaba como un último recurso. Sé que tal vez no sirva de nada, pero tengo muchas esperanzas.

El uso de un germen para combatir otro puede parecer algo radical, pero refleja una crisis en el campo de la salud: cada vez muere más gente por infecciones que eran fácilmente tratables debido a que las bacterias ahora resisten los antibióticos. Algunas son directamente intratables y los científicos se afanan por encontrar alternativas a los antibióticos, explorando, a veces, sitios impensados.

Un posible tratamiento engaña a la bacteria y la priva de los nutrientes que necesita para sobrevivir. Otro recompone al sistema inmunológico para que pueda combatir mejor los gérmenes.

Se prueban los virus llamados bacteriófagos –o fagos, descubiertos hace un siglo, pero que habían sido olvidados por Occidente ante la eficacia de los antibióticos– en varios casos de emergencia.

La frustración de la gente por la resistencia a los antibióticos va en aumento, explicó el biólogo de Yale Benjamin Chan, quien recorre el mundo en busca de fagos y recibe llamadas de pacientes desesperados dispuestos a probarlos.

Enemigo natural de las bacterias, cada variedad de fago combate una cepa distinta. Originalmente se le empleó para tratar la diarrea, a principios del siglo XX. Chan busca en zanjas, estanques y en plantas de tratamiento de aguas residuales las cepas que combaten una cantidad de infecciones humanas.

Los mejores lugares son generalmente sitios sucios, porque somos animales sucios, explicó.

Chan consideró que una viscosidad marrón posada sobre una placa de Petri daba esperanzas a Balasa.

La mujer tiene una enfermedad genética llamada fibrosis quística, que lastima sus pulmones y atrapa bacterias en su interior, incluidas una llamada Pseudomona aeruginosa. Una dosis diaria de antibióticos inhalados controló la infección hasta el año pasado, en que las medicinas dejaron de funcionar.

Momento clave

Chan cultivó una muestra de la bacteria de Balasa tomada de su flema. Luego vino el momento clave: dejó caer varias gotas de fagos que atacan esas bacterias en un plato mugriento y empezaron a surgir círculos a medida que los virus consumían las bacterias.

El mes pasado, Balasa pasó a ser la octava paciente de Yale e inhaló miles de millones de fagos a lo largo de siete días.

Casi de inmediato, empezó a toser con menos bacteria. Pocas semanas después se sintió mejor. Durante ese periodo ingirió brevemente algunos antibióticos que había dejado de usar. Si bien hacen falta más estudios, Chen cree que los fagos mataron buena parte de la cepa predominante de seudomonas e hizo que las que sobrevivieron sean nuevamente vulnerables a los antibióticos.

Balasa cree que el tratamiento fue un gran éxito, que le permitió dejar los antibióticos.

A esta altura no hay duda de que mucha gente muere porque los antibióticos ya no controlan sus infecciones. Si bien no hay estadísticas, un informe británico muy citado dice que, a menos que se encuentren otras soluciones, para 2050 podrían morir hasta 10 millones de personas por infecciones que resisten los antibióticos. Más muertes que las que causa en la actualidad el cáncer.

Muchas empresas farmacéuticas ya no producen nuevos antibióticos ante los pocos resultados que dan.

Para encontrar alternativas, es imperioso detectar cuáles son los puntos vulnerables de las bacterias, expresó Pradeep Singh, de la Universidad de Washington.

Singh y su colega de la UW Christopher Goss se enfocan en el hierro, elemento vital para el crecimiento de las bacterias. Resulta que estos microorganismos no siempre pueden distinguir entre hierro y un metal parecido de origen químico llamado galio, este último no los nutre, por el contrario, las debilita, según Goss.

Dos investigaciones pequeñas se enfocaron en pacientes con fibrosis quística con seudomonas resistentes a los antibióticos, pero que todavía no estaban muy enfermos.

Los pacientes recibieron durante cinco días una infusión a base de galio. En las semanas siguientes, fueron sanando de sus infecciones pulmonares.