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CFE: pillaje y destrucción // Tres décadas de saqueo

E

n la agenda política nacional, el lunes próximo se apunta como día especial porque el titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, detallará el saqueo que ha sufrido una empresa del Estado que antes generaba 100 por ciento de la energía eléctrica en el país y cubría las necesidades de todo el territorio nacional, pero que en unos cuantos años produce solamente 50 por ciento y los consorcios privados extranjeros la otra mitad.

Ello se dio sin cambios constitucionales –hasta la reforma energética–, del salinato en adelante, periodo durante el cual la CFE, en detrimento de su función y operación, cedió terreno a las trasnacionales del ramo, proceso que algunos calificaron de privatización silenciosa, aunque en los hechos resultó por demás escandaloso.

Silencioso o no, el pretexto privatizador fue el de siempre: modernizar para mejorar el servicio y reducir los cobros para los consumidores mexicanos, aunque en los hechos, a estas alturas, los usuarios del sistema eléctrico pagan las tarifas más elevadas en la historia, mientras las trasnacionales se hinchan de ganancias y la CFE asume pérdidas multimillonarias.

Y la tendencia del modelito neoliberal (en este caso vía Pidiregas, que fue la puerta que en la CFE abrió Ernesto Zedillo al capital extranjero) era la desaparición de la empresa pública del Estado, según advierte el propio Manuel Bartlett.

También el presidente López Obrador destacó la necesidad de fortalecer a esta empresa productiva de la nación, que fue desmantelada, que quisieron destruirla para que todo el mercado de la energía eléctrica se manejara por empresas particulares, la mayoría extranjeras, a las que se tiene que pagar subsidio. Fue un gran abuso el que se cometió. Vamos a exponer cómo se llevó a cabo esta política de saqueo, de pillaje, de destrucción, y cómo vamos a recuperar esta empresa para beneficio de los mexicanos.

Entonces, el próximo lunes se pondrá interesante, porque el titular de la CFE detallará –con nombres y apellidos, es de suponer– quiénes y cómo destrozaron a la ahora empresa productiva del Estado, proceso similar al que vivió Petróleos Mexicanos.

Aunque Salinas fue el primero en entreabrir las puertas del sector eléctrico para la participación privada, quien las abrió de par en par fue Ernesto Zedillo por medio de los Pidiregas, su solución definitiva –como la denominó– a la prácticamente nula inversión pública en infraestructura energética. Y la misma técnica se aplicó a Pemex, sólo para que en unos cuantos años la deuda de ambas empresas alcanzara niveles estratosféricos (en el caso de la petrolera, el gobierno federal debió asumir sus pasivos por dicho concepto), al igual que los intereses pagados.

Un análisis de la Cámara de Diputados advierte que, con tal solución definitiva, el servicio público de electricidad ha tendido a depender, cada día más, de la generación de los llamados productos independientes de energía.

De hecho, la generación de energía eléctrica por permisionarios privados aumentó a una tasa media anual de 26.4 por ciento y su contribución en el volumen generado pasó de 4.3 en 2000 a 40.3 por ciento en 2009, y a 50 por ciento actualmente. Y en ese lapso la correspondiente a la CFE se desplomó de 100 por ciento a la mitad.

Las trasnacionales no corren riesgos: venden la energía comprometida a la CFE, y aunque se presenten paros o haya una menor demanda del energético, la ex paraestatal tiene que colocar los excedentes al costo que sea necesario, porque la electricidad no se puede almacenar. Paralelamente, ello obliga a la ahora empresa productiva del Estado a reducir su propia generación, lo que fortalece a los privados.

Entonces, atención, que el próximo lunes se pondrá bueno.

Las rebanadas del pastel

Y en el primer lugar de las trasnacionales beneficiadas con la solución definitiva aparece, ¡sorpresa!, la española Iberdrola, en la que Felipe Calderón participa como consejero independiente. Sí, cómo no.