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Con el amor de su vida, el son, Melón formó varias generaciones de músicos
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▲ Luis Ángel Silva en su primer taller.Foto Eugenia Arenas/archivo de Merry MacMasters
 
Periódico La Jornada
Jueves 7 de febrero de 2019, p. 8

Aparte de sus reconocidos dotes musicales, el cantante sonero Luis Ángel Silva, Melón, fallecido el 7 de febrero de 2016, fue un gran maestro, profesión que ejerció primero de manera lírica y después formalmente por medio de una serie de talleres de son cubano que impartió en diferentes instituciones culturales del país.

Melón había aprendido el amor de su vida de soneros cubanos y mexicanos de excelencia en los años 40 y 50 del siglo pasado.

Posteriormente transmitió esos conocimientos a los múltiples integrantes que pasaron por sus diferentes grupos, ya que sabía muy bien cómo se debía tocar el son. A lo largo de 65 años de trayectoria artística Melón formó varias generaciones de soneros mexicanos.

El pianista Jaime Reyes (1972) lo conoció en los primeros talleres que impartió en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), posteriormente trabajó con él en los grupos Hecho en México y Melón y sus Lobos.

Reyes, actual pianista de Tino Contreras, también tiene un proyecto propio en su natal Orizaba, Veracruz, en torno al son cubano y el son jarocho que considera uno solo. Cabe decir que Melón siempre tuvo el deseo de hacer algo de ambos géneros.

Con su grupo SonConSon, Reyes acaba de grabar un disco que constituye un homenaje a la agrupación Lobo y Melón, que a su vez da vigencia a la música y conocimientos de Luis Ángel Silva en el sentido de que el son es una música de evolución. Reyes no escatima al decir que sin las enseñanzas de Melón no podría transmitir a sus músicos lo que quiere. Agrega: Lo que nos enseñó con tanto ahínco fue básicamente la clave, el fraseo, el origen campesino del son, que me hace hermanarlo con el son jarocho. Nos inculcó con su ejemplo el gusto por el son de antaño, lo que llamaba son duro.

El cantante Arturo Reyes Moreno, Riquito (1942), conoció a Melón cuando tenía 17 años: “No tenía idea de nada; me mandaron a levantar vasos, él me oyó cantar y dijo: ‘Puedes aprender con nosotros (Lobo y Melón)’. Ya no pensé en meserear, sino fijarme en cómo se hacían las cosas. Me decía: ‘Párate aquí, ahora te pones acá. Ahora vas a tener un micrófono’. Fue quien me guio; no nada más en la música, porque la música no es nada más eso. Llegas allí y es un peligro. Muchos jovencitos van nada más a morirse. Un día Melón me dijo: ‘Arturo, te felicito porque pensaba que ibas a salir un vago, un borrachito; sin embargo, he visto que te has defendido en la música’, y hasta la fecha. Gracias a Melón, aquí estamos trabajando”. Actualmente Riquito forma parte del trío Las siluetas.

Ernesto Mendoza Polanco (1971), bajista y thereminista, buscó acercarse a Melón, primero, en forma personal, ya que recuerda haber escuchado discos de Lobo y Melón desde los tres años de edad. También había un lazo familiar, ya que es sobrino de Leonel Gálvez, quien formó el trío Los Tres Caballeros, con Chamín Correa y Roberto Cantoral; además, fue compadre de Melón. Quería saber más acerca de él, dice. Luego ingresó al primer taller de Melón en el Cenart (1998) porque cabe decir que Mendoza viene más bien del ámbito del rock. Posteriormente trabajó con Melón y los Lobos.

“Se consolidó una relación de tipo amistad, pero al mismo tiempo como mentor, aparte de musical, en lo que al son se refiere.

“Aunque conocía el son, no sabía sus reglas ni tocarlo como se debía, como decía Melón. Conocí el son de forma más técnica. Nos lo transmitió por medio de la experiencia al hablarnos del guajeo y el tumbao.”

La pianista Guadalupe Ramírez tomó el taller que Melón impartió en la galería José María Velasco en 2005. Trabajó con Melón y sus Lobos. Me levantaba el ánimo como músico y persona, asegura.