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Toros
Deslavado el primer festejo del aniversario en la Plaza México
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▲ Joselito Adame bordó ayer gran toreo.Foto Cuartoscuro
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de febrero de 2019, p. a30

Cuando se desnaturaliza el espíritu de la lidia y se anuncian cuatro toreros y ocho toros, así sea para una corrida de aniversario en la plaza de mayor aforo en el mundo, que registró algo más de media entrada, se corre el riesgo de que la gente que pagó por emocionarse acabe pagando por aburrirse, con todo y el triunfo de uno de los alternantes y la buena disposición de los otros. Sin bravura, la tauromaquia se vuelve heroísmo infructuoso.

Partieron plaza el rejoneador luso-andaluz Diego Ventura, quien obtuviera clamoroso triunfo en la corrida inaugural con dos bravos toros de Enrique Fraga, y los diestros de a pie Joselito Adame, Ernesto Javier Calita y el peruano-español Andrés Roca Rey, para lidiar el primero dos toros terciados y deslucidos de la ganadería de El Vergel, y los segundos, seis del hierro de Montecristo, bien presentados, pero, salvo primero y segundo, escasos de bravura, estilo y fuerza, que acudieron al caballo por su puyazo de trámite y llegaron a la muleta agarrados al piso y sosos.

Harta gente, harta reventa, hartos puestos de comida y artesanías, y silencioso hartazgo de quienes van en busca de emociones sin encontrarlas, como no sea a través de la noble y cada vez más cara ayuda del divino neutle ¡Qué afición del gran público por éstas! Si la conservara para leer de toros. Por cierto, también ayer las 12 del día, en la Asociación Nacional de Matadores, ante nutrida asistencia se llevó a cabo la presentación del libro de tauromaquia para niños Mi capote de paseo, de la entusiasta aficionada y socióloga Mary Carmen Chávez Rivadeneyra.

Joselito Adame se reivindicó con el público de la México –se nota el callejón de su nuevo apoderado Zotoluco–, al meter en la muleta a su primero y bordar el toreo por soberbios naturales, uno de pecho, eterno, y un desdén de altos vuelos. Dejó una entera tendida, recibió dos orejas y recorrió el anillo en cámara lenta, saludando de mano a cuanto admirador pudo. Con su segundo, José se puso entre los pitones y logró meter a la gente en la faena, llevándose otra oreja.

Calita estuvo muy bien con su primero, malogrando un estructurado trasteo con cuatro golpes de descabello, y Roca Rey, sobrado de sitio y de oficio, hizo ver a su primero, sin transmisión, mejor de lo que era, llevándose una bien ganada oreja.