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Arte y tiempo

Ítaca, bitácora de un viaje

U

na modalidad diferente y por demás atractiva de montaje es la que ofrece un colectivo de actrices xalapeñas en el Teatro Orientación. Cuatro actrices-personajes aparecen simultáneamente en escena y cada una presenta una especie de prólogo de su personal historia, misma que irán desarrollando a lo largo de la representación. Empero, una no irá más allá de eso porque, terminadas las cuatro introducciones, el público decidirá quién de las cuatro deberá dejar el escenario para que sean sólo tres las que continúen su narración. Un poco más adelante se repite la acción de exclusión, de suerte tal que sean únicamente dos las actrices-personajes-historias que permanezcan en escena. Dos historias seguirán encarnando, ilustrando, declamando, viviendo, haciendo realidad el maravilloso poema de Kavafis: Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.

Una hija de refugiados españoles, una alemana viviendo en el Berlín de la postguerra, un adolescente norteño cuyo padre se ha ido de brasero a EU y un niño de apenas unos siete u ocho años de uno de los tantos pueblitos de Veracruz son quienes inician sus historias; dos llegarán a la mitad del camino cuando mucho. Por lo menos la noche de su exclusión escénica no alcanzarán a volver a Ítaca: Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años.

Odiseos modernos, los dos sobrevivientes continuarán su travesía, pero un colérico Poseidón aún acecha. A punto de arribar a puerto, un tercer viajero deberá abandonar la nave. Ya no será la voluntad humana: una frente a otra, las dos actrices-historias-personajes se juegan todo a la suerte. Una moneda lanzada por el primer espectador que la aviente definirá cuál final habrá de conocerse. El clásico volado mexicano que debería de ser griego por ser fiesta o tragedia –de acuerdo con el lado que hayas escogido– decide aquí quién consigue: atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino.

Estamos ante un juego verdaderamente interesante que nos muestra una distinta y muy bien realizada forma de poner en escena esta estupenda obra de Saúl Enríquez que será diferente cada noche. Cuatro inicios nos embarcaron en –de acuerdo con lo que la mayoría vaya decidiendo– la más o menos azarosa travesía que, aunque colectiva en el arranque, tendrá un solo final que, según la ley de probabilidades, las más de las veces será distinto. Aunque las dos finalistas fuesen las mismas noche a noche, el final no necesariamente sería el mismo siempre.

En cuanto a la puesta en sí, hay que elogiar el desempeño de las actrices Karina Eguía, Ana Lucía Ramírez, Karina Meneses, Daniela Abella y Patricia Estrada, quienes alternan funciones sin que en el programa de mano se especifique qué personaje o personajes corresponden a cada una. El aplauso, muy merecido, es entonces para todas. Prácticamente sin escenografía y gran economía de medios, Enríquez consigue una muy buena presentación, apostando sobre todo a la dirección de actores. Ítaca, bitácora de un viaje está en el Teatro Orientación, atrás del Auditorio.