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Con gran calma y ante la mirada del público, roban un óleo en galería rusa

El ladrón descolgó el cuadro Ai-Petri: Crimea, de Arjip Kuinzhi, y salió del recinto

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▲ El momento del hurto en una imagen de la cámara de seguridad.Foto Afp
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▲ La pintura robada.Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 29 de enero de 2019, p. 6

Moscú. Casi medio siglo después de su estreno en los cines de Rusia, el guion de la comedia de Eldar Riazanov, Los viejos ladronzuelos, se volvió episodio de la vida real en la prestigiada galería Tretiakov, uno de los mejores museos de la capital rusa.

En el filme, dos hombres que se resisten a la jubilación roban a la vista de todos un lienzo de Rembrandt, pero nadie se da cuenta y tienen que devolverlo a su sitio, intentando otros crímenes que uno de ellos, policía de profesión, debía esclarecer para seguir trabajando.

En la realidad –según ha podido verse en una grabación difundida ayer por el ministerio del Interior ruso–, acaso inspirado por la obra de Riazanov o por tener problemas de salud mental, un hombre, vestido todo de negro, se acercó el domingo anterior al cuadro Ai-Petri: Crimea, del paisajista ruso Arjip Kuinzhi, cuya muestra transcurre con gran éxito en la Tretiakov.

Descolgó el óleo –dedicado al monte homónimo, pintado entre 1898 y 1908– y se retiró, con tranquilidad olímpica, a la vista de todos. Nadie dijo nada y el público, que en ese momento se encontraba mirando el cuadro pensó que era un empleado del museo.

La mujer de edad avanzada encargada de vigilar la sala tardó 10 minutos en percatarse de que no estaba el cuadro y llamó, horrorizada, a un guardia de seguridad. Mientras pensaban qué hacer, llegó al museo un grupo de la policía de Moscú atendiendo una llamada por el robo… de un costoso abrigo de pieles, ocurrido en el guardarropa, de acuerdo con la denuncia de su dueña más o menos a la misma hora del domingo.

Bochornoso incidente

Al revisar las cámaras de seguridad, los investigadores se dieron cuenta del otro robo, en tanto el equipo de vigilantes del museo seguía recorriendo las salas en busca del ladrón. Al parecer, no avisaron a la policía para tratar de resolver por sí mismos el bochorno de que hayan sacado el valioso cuadro frente sus narices: pertenecen a la Guardia Nacional, encabezada por el general Viktor Zolotov, antiguo guardaespaldas del presidente Vladimir Putin, por cuyos servicios la galería paga al año el equivalente de 5 millones de pesos.

Por las imágenes grabadas del presunto delincuente pudieron identificarlo en su base de datos y resultó ser un individuo de 31 años, nacido en Fedosia, Crimea, con antecedentes por posesión de drogas y que se anunciaba en la prensa local como albañil. Lo detuvieron ayer en el poblado de Zarechie, en las afueras de Moscú, donde encontraron el cuadro sustraído, que –asegurado por 3 millones y medio de pesos– forma parte del acervo del Museo Ruso de San Petersburgo.

Este surrealista robo sugirió a la galería Tretiakov la necesidad de reforzar las medidas de seguridad, como poner sensores en todos los cuadros colgados en sus paredes –y no sólo en las obras de Chagall, Malevich o Kandinsky, por mencionar sólo tres de los más grandes pintores que alberga–, colocar dispositivos de rayos equis para evitar que nadie salga con objetos escondidos y revisar el contrato con los empleados encargados de la seguridad, entre otras acciones apremiantes.

Los funcionarios rusos del área de cultura pusieron el grito en el cielo, pero recuperaron el habla cuando el Museo de Oslo confirmó la noche de este lunes que el incidente no afecta los planes de traer a la capital rusa El grito, en su primera variante en técnica de grabado cromático, como parte de una exposición de Edvard Munch que debe inaugurarse en abril siguiente en la Tretiakov.