Opinión
Ver día anteriorLunes 31 de diciembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

La puntual y los maestros

E

ntre las limitaciones del ser humano que no tienen posibilidades de modificación se encuentra su condición de mortal, de ser para su muerte, aunque en los sistemas seudodemocráticos se siga confundiendo crimen y masacre con muerte natural y, en el colmo del cinismo de los poderes cómplices, se llegue a convertir a delincuentes y asesinos en héroes mediáticos. En todo caso, la muerte no es mera posibilidad sino inevitable destino, por más que el poder establecido –gobiernos, religiones, educación y cultura al uso– se empeñe en revestirla de miedos y de disfrazarla con vitalidades diversas, mientras odio y violencia como formas de vida y de solución son difundidos a diario. Pero en el ser humano la muerte real, ese ciclo fatal de aprender y de enseñar, no distingue circunstancias, estatus ni edad. Puntual y silenciosa, inoportuna o injusta, sólo aparece.

Esta trivialización del morir, de la vida y la justicia, siempre desplazada por el dinero, tiene el resultado que el sistema quiere: indiferencia ante la muerte y el dolor de otros, irreflexión ante mi propia muerte y un sentido del vivir deplorable: mátate en vida antes de morir, por deber, placer, poder o por los tres, pero sé exitoso al costo que sea, incluida tu conciencia, tu dignidad y tu salud.

No lo vemos, pero en la historia de la humanidad la diferencia entre un hombre considerado de éxito y otro que jamás lo conocerá es que este último no tiene ni en qué caerse muerto, mientras que el individuo exitoso sí tiene en qué caerse necesaria, impredecible, ordinaria y definitivamente... ¡muerto! Si esta consideración la tuvieran en cuenta los que matan y se matan por alcanzar lo que los valores al uso entienden por éxito –poder económico y político–, muy probablemente otro fuera el destino del planeta y de sus habitantes.

Una lectora comparte: Si sólo la desgracia te sensibiliza, entonces la desgracia será tu maestra. Si sólo ante la carencia pones fin a tu arrogancia, entonces la carencia será tu maestra. Si sólo la enfermedad detiene tu vida de abusos, entonces la enfermedad será tu maestra. Si sólo te solidarizas ante la tragedia, entonces la tragedia será tu maestra. Así que cuando seas sensible, humilde, sencillo y solidario sin necesidad de vivir la desgracia, la carencia, la enfermedad y la tragedia, entonces tú serás tu maestro. Como cada nuevo año, recuerda que la consigna es no angustiarse.