Opinión
Ver día anteriorDomingo 23 de diciembre de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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No sólo de pan...

De lucha hasta la muerte

L

a mala noticia es que vamos a morir y nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos y así sucesivas generaciones, ¡a saber cuántas más!, sin haber podido imponer a los poderosos del mundo, los dueños del dinero, un mínimo de racionalidad humana, de la que ellos carecen porque creen que la única razón es, justamente, la que permite acumularlo. Alimentada su soberbia y ceguera por una tecnología sorprendente que evoluciona sin rumbo, pero cuyas ganancias incalculables someten a los gobiernos y poblaciones del mundo, se sienten sustentados por una ciencia que enorgullece a los investigadores creativos y enriquece a los inventores de tecnologías cada vez más sofisticadas, convenciendo a sus patrocinadores por el cálculo de ganancias y a la cúpula del poder por el espejismo de un desarrollo mal entendido, hasta deslumbrar al más miserable mendigo.

Esto viene a cuento porque, si bien el invento de los empaques de plástico fue un paso tecnológico con ventajas sobre los derivados de madera, de metales ligeros y el vidrio, pocos decenios después de su boom, cuando Coca-Cola acepta que el plástico no es degradable y sus técnicos demuestran que el envase de vidrio es reutilizable en promedio 15 veces, la dirección desecha hacer cualquier inversión en recolectar los envases vacíos, lavarlos y rellenarlos, lanzando, en cambio, campañas invasivas para que se acepten los envases plásticos en todo el mundo. Y, no sólo eso, sino que comienza a producir miles de accesorios cotidianos para las clases de medianos y bajos ingresos, cuyos desechos plásticos son arrebatados por los más desposeídos, quienes les encuentran cierto uso antes de arrojarlos a su vez en su propio entorno. Luego, cuando el Parlamento Europeo acepta que debe luchar contra la contaminación de plásticos, la propia Coca-Cola crea asociaciones ecologistas destinadas a desviar los legítimos reclamos hacia panaceas con francos engaños. Pues, los ecólogos de dichas asociaciones son pagados por la multinacional para formar un lobby que suavice las directivas europeas contra la producción de plásticos, baje la mano estricta sobre los controles para su reciclaje efectivo, desaliente el regreso de los envases de vidrio u otros biodegradables, se anule la iniciativa de tasar el plástico y así, se vaya retrasando la meta para 2030. Sin importar ningún argumento protector de la Tierra y sus habitantes (aunque esta gentuza forme parte de los últimos). Y esto no es todo, el bromo incorporado a vestimentas de plástico (para hacerlo menos inflamable es probadamente cancerígeno, pero la multinacional lo niega y sus lobbies (lobos disfrazados de ovejas) deben ser desenmascarados. Pues la lucha es a muerte: sea de los plásticos o la inviabilidad de las generaciones futuras.