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De nuestras Jornadas

Extinción de dominio

H

asta ahora, la denuncia pública que hizo el martes anterior la alcaldía de Acapulco sobre el desastre que le entregó el gobierno anterior, no se ha salido de los marcos del escenario conocido por todo mundo y escenificado cada tres años.

Con honrosas excepciones, siempre que comienza un gobierno municipal, las recién instaladas autoridades revelan por todo lo alto el ruinoso estado en que hallan la administración. Pero el asunto no pasa de ese punto. Y tres años después la historia se repite.

En esta ocasión, sin embargo, las cosas podrían ser diferentes porque hay una nueva fuerza política recién instalada en el poder, que prometió mucho a lo largo de la campaña electoral y está en condiciones de cumplir su ofrecimiento, porque es mayoría en el ámbito federal y en muchos locales.

En el ámbito legislativo, esa fuerza política nueva y mayoritaria acaba de ampliar la lista de los delitos que ameritan extinción de dominio, de manera que quien se apropie de lo ajeno sirviéndose de procedimientos fuera de la ley pueda ser desposeído de ese bien para de algún modo devolverlo a su fuente original. En esa lista extendida entró la corrupción, en la cual –si así lo determinan las investigaciones– podrían catalogarse las irregularidades cometidas en Acapulco.

Esa nueva fuerza política instalada en el poder puede y debe cumplir lo ofrecido si0 quiere que los electores le refrenden su confianza y su voto en las elecciones siguientes. Eso significa que no basta con reformar leyes y códigos para endurecer las sanciones, sino aplicarlas.

Por fortuna, esa fuerza política también prometió acabar con la impunidad, es decir, no dejar delito sin perseguir y sin sancionar.

Las condiciones sociales, políticas y legales son, pues, inmejorables para inaugurar una nueva manera de restañar el daño causado por actos antisociales que durante mucho tiempo han sido parte de la vida cotidiana de nuestro país: la extinción de dominio sobre bienes muebles e inmuebles y sobre valores.

Así que el clamor es que los que se fueron regresen… lo que se llevaron.