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“Sympathy for the Devil, con poder hipnótico debido a su ritmo primitivo”

La canción de los Rolling Stones cumple hoy 50 años

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▲ Los Rolling Stones durante su concierto del 14 de marzo de 2016 en el Foro Sol de Ciudad de México.Foto Notimex
 
Periódico La Jornada
Jueves 6 de diciembre de 2018, p. 6

Hoy, hace 50 años, Mick Jagger se convertía en el Diablo.

Todo mundo sabía que los integrantes de su banda, los Rolling Stones, eran misóginos, consumidores de drogas, una banda de chicos malos que hacía de todo... Pero no fue hasta que, hace cinco décadas, una de sus canciones comenzó a cambiar el rumbo del rock.

La canción era Sympathy for the Devil (Simpatía por el Diablo), pieza que abre el álbum Beggars Banquet, que salió el 6 de diciembre de 1968.

El disco anterior de los Stones había sido Their Satanic Majesties Request. Sus ocultas pretensiones le iban muy bien al comienzo y al final del título, pero era una señal de lo que vendría después.

Según Aleister Crowley, en un texto aparecido en el diario The Independent, esa leyenda de ocultismo se publicó en la portada del álbum de los Beatles, Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band y había un track en las listas de popularidad de aquellos días sobre la canción Gun’s Race with the Devil.

Pero lo que parece haber sido la clave para la inspiración de Jagger es cuando su novia, Marianne Faithfull, le regaló The Master and Margarita, la suprimida por mucho tiempo novela del ruso Mikhail Bulgakov, que recién había sido traducida, en la que el Diablo se aparece en Moscú y propicia asesinatos y desastres. Sympathy... tiene muchas líneas que reflejan al libro de Bulgakov.

Algo siniestro para blancos

Jagger había escrito la rola como si fuera una canción de Bob Dylan, le dijo a Jann Wenner de la revista Rolling Stone, en 1995. Pero durante la grabación el guitarrista Keith Richards sugirió que su característico ritmo de samba, de acuerdo con lo dicho por Jagger, “tenía un tremendo poder hipnótico…, porque es un ritmo primitivo africano, sudamericano, afro o cualquier cosa que lo quieras llamar. Por lo que para la gente blanca tiene algo muy siniestro”.

Y por sobre este ritmo primal e insistente, él personificó a Satán en una forma no comprometida.

El título original de la canción era The Devil is My Name.

Ya antes músicos y artistas habían jugado con lo diabólico, pero para el pop esto era algo aparte. Jagger era el mismo Diablo, afirmó Richards a Rolling Stone: “Antes éramos unos chavos inocentes que nos divertíamos, pero después de Sympathy for the Devil, andan diciendo: son malos, son malos… Son de magia negra que piensan que están actuando como agentes desconocidos de Lucifer y otros consideran que somos Lucifer”, agregó.

Sorpresiva respuesta de la gente

Jagger se sorprendió por el efecto. Solamente fue una canción. No era un álbum completo con mucho de signos ocultos, señaló 20 años después. Estaba sorprendido de como la gente parecía abrazar esta imagen prontamente, y se ha incorporado a las bandas del heavy metal...

Había destapado la caja de Pandora, de acuerdo con el músico y ocultista Kieran Leonard. Derribó la puerta para lo diabólico en lo actual.

Y luego, a un año del lanzamiento llegó el momento que confirmó la nueva reputación de los Stones. Fue lo que un reportero llamó el peor día del rocanrol.

En 1969, en su caótico concierto con entrada gratuita en el autódromo de Altamont, en California, un adolescente afroestadunidense armado, Meredith Hunter, fue apuñalado por uno de los Ángeles del Infierno –grupo de maloras al que los Stones habían contratado para hacerse cargo de la seguridad– cuando la banda interpretaba Sympathy for the Devil. Acusados de un egoísmo diabólico por la revista Rolling Stone y fustigados por la opinión pública, los Stones dejaron de tocar la canción en vivo durante varios años.

De acuerdo con el periodista Jim Jones “Satán está ahora accesible para ponerse a distancia de todo lo que es ‘un buen cristiano blanco’, aunque para el ocultismo y el satanismo representan conocimiento esotérico, siempre una decisión inteligente, cualesquiera que sean las consecuencias”.