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Despertar en la IV República

El pasillo de honor

H

ace 13 años, Andrés Manuel López Obrador asistió a la Cámara de Diputados para ser juzgado y condenado. Al ingresar a ese recinto, no respetó el itinerario que intentaron imponerle sus acusadores y bajó por el pasillo de honor, en medio del pleno. Lo hizo con tranquilidad y sonriendo. El PRI y el PAN se habían unido para decretar su desafuero. AMLO escuchó pacientemente las intervenciones de Beltrones y el alegato de su acusador, el fiscal Carlos J. Vega Memije.

Cuando terminaron, el jefe de Gobierno tomó la palabra y pronunció un discurso apegado a las normas, pero con destellos irreverentes y provocadores. Declaró que aquel recinto no era el más alto del país. Afirmó que no se hacía ilusiones, que sabía que lo iban a condenar y advirtió: Ustedes me van a juzgar; no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia.

Ayer AMLO recorrió el mismo trayecto del día del desafuero y subió hasta lo más alto de la tribuna para cumplir un rito republicano: recibir la banda presidencial y pronunciar su discurso inaugural. Aquellos que vivimos los dos eventos no podemos dejar de asociar el uno con el otro. Entre ambos se contienen algunos momentos estelares de nuestra historia política.

Andrés Manuel ha tenido una reivindicación excepcional. Ha pasado de ser un forajido a punto de ser inhabilitado, a Presidente de México con el mayor respaldo popular que se recuerde. Un momento brillante fue cuando venció a Vicente Fox en el intento de descartarlo como candidato presidencial. Recuerdo que Roberto Campa durante un debate resumió el nudo del problema: Todos los que estamos aquí sabemos que López Obrador no es un peligroso delincuente, sino un peligroso candidato.

Dejamos atrás un páramo de la historia de México caracterizado por la corrupción, la impunidad, el cinismo y la simulación. Los que estudien dentro de 50 años los acontecimientos de nuestra época sentirán asombro de cómo pudo construirse una fuerza verdadera que triunfara sobre la asociación de los partidos reaccionarios.

Independientemente del desenlace de este gobierno, esta hazaña estará grabada en el corazón y en la memoria de los hombres y mujeres que la vivieron. (Colaboró: Mario Antonio Domínguez).