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Caminata migrante
No ven con malos ojos quedarse aquí
 
Periódico La Jornada
Miércoles 14 de noviembre de 2018, p. 14

De la patada, así describen la inseguridad en sus países de origen, donde peligra la vida con sólo andar en un barrio ajeno. Forman parte de la segunda caravana de migrantes que salió de Honduras y que, en principio, buscaba llegar a Estados Unidos, pero si la entrada se les complica, no ven con malos ojos el quedarse en México.

Mi rostro está cicatrizado, cuenta Jorge Alfredo en el estadio Jesús Martínez Palillo en Ciudad de México. Son cortes hechos con arma blanca por pandillas. No puede uno andar mucho tiempo solo en la calle porque te llevan. Hay un montón de cosas malas por no andar precavido o por andar en altas horas de la tarde. Esa vez –relata– le tocó a él. Con machete lastimaron su cabeza y rostro; “por poquito me voy pa’l más allá”.

No quiere estar más en Honduras para que su hija sienta otras vibras y que no viva lo que él experimentó durante toda su juventud. Dejó a su pequeña de siete años en La Entrada, ciudad del departamento de Copán, por miedo a que pasara momentos duros durante la marcha. De repente, si me siento súper bien (en México o Estados Unidos) podría mandar por mi hija.

Su meta es irse con la caravana a Estados Unidos, pero si el gobierno de Donald Trump se las pone muy difícil se quedan en México.

Víctor Manuel, de El Salvador, cuenta que en su país tienen bastantes problemas de que no hay trabajo y la delincuencia está afectando a medio mundo. Asegura que si a alguien como él lo ven apartado, comienza el hostigamiento; les piden colaborar o dinero.

Además, asegura, en su país hay cuerpos de militares y policías que llegan a registrar las casas, y aunque uno no tenga nada que sea ilegal, ellos no dejan de molestar. Ni hablar si les dicen algo: van a golpearlo a uno directamente, no platican con uno.

Se dedicaba a la pesca artesanal en el Departamento de Usulután. No le iba mal, pero tuvo que migrar porque tanto los grupos de pandillas como los militares no lo dejan vivir tranquilo a uno (..) Anda en la casa, lo molestan a uno; está en la casa, lo molesta otro, y eso no lo podíamos vivir más.

Además, cuenta, no podía ir a visitar a su mamá, pues ella vivía en una comunidad vecina, a 30 minutos a pie, donde manda la pandilla contraria a la de su colonia. Y aunque no sepa nada, lo acusan de soplón y adiós.

Pasó su cumpleaños 45 en ruta a Estados Unidos; viene con su esposa y sus dos hijos, un niño de ocho años y una niña de seis. No piensa en México como su destino final pues, la familia de su pareja ya los espera en el vecino del norte.