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De nuestras Jornadas

Alcaldes manirrotos

S

alvo honrosas excepciones, las finanzas de México han sido administradas sin la responsabilidad, la pulcritud y el tino que requiere tan delicado encargo. Por el contrario, han servido a quien detenta el poder para buscar el aplauso inmerecido o castigar al adversario y premiar al aliado dócil. También en muchos casos le han servido para enriquecerse de manera indebida a costa del esfuerzo de los demás.

Es un problema de todos los ámbitos de gobierno. Pero, como a más jurisdicción corresponden más recursos, al final de cuentas es a nivel municipal donde las irregularidades se notan de manera inmediata y a plenitud. Durante mucho tiempo los alcaldes han engrosado la nómina de los ayuntamientos ayudando al amigo, devolviendo favores y saldando compromisos, como si se tratara de su dinero y no de recursos públicos.

Esos alcaldes no hacen nada por aumentar la recaudación; no pueden siquiera hacer que todos los usuarios de agua potable paguen su consumo ni que todos los propietarios paguen impuesto predial. Tampoco hacen crecer la base gravable ni regularizan las tomas de la red de agua, por citar sólo dos ejemplos.

Algunos también son mal pagadores, como los que retienen el ISR a los trabajadores durante todo su periodo, pero no lo enteran a las arcas de la nación; o como aquellos que descuentan a los empleados las mensualidades de créditos –que éstos tomaron con instituciones que a eso se dedican–, pero no lo depositan al acreedor.

Para colmo, a lo anterior se suman las demandas laborales propiciadas por los mismos munícipes, porque en su afán de devolver favores, pagar compromisos o ayudan a los amigos, despidiendo a otros trabajadores. Y si no lo hacen ellos, lo hace su sucesor, pues necesita recursos para sacar adelante su plan de gobierno.

La situación está haciendo crisis. Tres ex ediles, antes de dejar el cargo solicitaron más recursos, algunos por la vía del endeudamiento con la banca comercial, para pagar indemnizaciones por despidos injustificados de personal.

Otros ya comenzaron la penosa tarea de despedir a cientos –al final sumarán miles– de trabajadores cuya presencia es en realidad innecesaria. Y aun así, es imposible pagar las deudas por laudos desfavorables y por créditos de proveedores, al menos en el caso de Coyuca de Catalán, según clama su presidente municipal. Urge una solución.