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De migraciones y aeropuertos
E

n el libro conocido como el nuevo testamento, en La epístola a los gálatas, San Pablo escribió No os engañéis... Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Esta sencilla, pero profunda advertencia, describe con precisión lo que ahora sucede con las caravanas de migrantes que se dirigen hacia Estados Unidos. Para ello es necesario recordar que hace 60 o 70 años, tanto Honduras como El Salvador, Nicaragua y Guatemala eran considerados como países bananeros por su atraso, como consecuencia de las acciones de la empresa estadunidense United Fruit, dedicada a la venta y especulación del plátano y dueña de una parte considerable de las tierras en esos países, la cual usaba a su antojo para subir el precio de este producto, explotando a sus trabajadores, lo cual afectaba a más de las tres cuartas partes de su población y dificultaba el desarrollo económico de la región. Los tiempos más aciagos fueron con el presidente Eisenhower, en virtud de que Foster Dulles, su secretario de Estado, era socio de la susodicha empresa.

Las naciones de Centroamérica nunca se pudieron recuperar de esa explotación, una situación de miseria agravada ahora por la violencia, haciendo imposible vivir en ellas y de manera particular, en San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras, así como en una amplia parte del territorio salvadoreño, acosado de tiempo atrás por la Mara Salvatrucha, originada en el centro del hampa de Estados Unidos (en Los Ángeles) a finales del siglo XX, haciendo de esta nación la principal responsable de la actual tragedia centroamericana, como lo son los países europeos, principalmente Inglaterra, Francia, Bélgica y Alemania, de la crisis que también vive la mayor parte de África y de Medio Oriente, dando lugar a las migraciones originadas en estas regiones devastadas por la explotación de sus pueblos y recursos naturales, las cuales se han dirigido a esos países. La solución en ambos casos está en que las naciones que en su momento se aprovecharon de los pueblos débiles, enfrenten ahora su responsabilidad y respondan en forma civilizada, resarciendo a los países, de cuyas crisis actuales son responsables, entendiendo que quienes hoy se ven forzados a migrar, lo hacen no con el deseo de perjudicar a otros, sino como un acto de desesperación en busca de su sobrevivencia.

Lejos de aceptar la responsabilidad de Estados Unidos a respuesta de quien hoy gobierna al país más rico del planeta, constituye un acto absurdo y vergonzoso no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo entero. El problema no debiera ser la cobertura económica que permita devolver la paz y los derechos a una vida digna, a la salud y a la educción, a los pueblos de América Central, sino las vías necesarias para que tales recursos puedan ser utilizados en esas naciones. El único camino posible, por ahora, pareciera ser mediante la ONU, como conducto para resolver el problema. ¿Es esta una solución utópica, tomando en cuenta su inutilidad para resolver el reciente conflicto de Irak, así como el bloqueo a Cuba por el gobierno de Estados Unidos? Probablemente no lo sea, sin embargo las crisis migratorias actuales originadas en África y en Centro América, nos indican que en el contexto de la globalización económica, debemos pensar que de ahora en adelante las crisis locales de un país o región del planeta afectarán sin duda al resto de éste.

Por otra parte, mi condición como responsable del cómputo de las respuestas de la consulta reciente, me impedían manifestar mi opinión sobre el tema del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAICM), hoy que me es posible hacerlo y escribo estas líneas. Por supuesto mi posición era contraria a la obra en Texcoco, mis razones eran varias, incluyendo los niveles de corrupción relacionados en ella, así como los grandes negocios que tal aeropuerto implicaban para quienes aprovechándose de su posición de cercanía con el actual gobierno, participaron en el proceso de especulación de los terrenos vecinos, en aras del enriquecimiento de una minoría y el empobrecimiento de la mayoría de los mexicanos, tal como ha sucedido desde 1982 cada vez de manera más pronunciada; tampoco estoy con la obra en Santa Lucia, en virtud de los posibles daños ecológicos a la región y afectaciones a los pueblos originarios; para mí el problema real está en la concentración absurda de la economía y con ello de la población en el área metropolitana de Ciudad de México.

De verdad ¿creemos que todos los pasajeros que vienen a nuestro país, tienen la capital como destino final? ¿No sería posible distribuirlos a otros sitios más cercanos a la ciudad a que van? ¿Por qué se hace volar de Veracruz a Ciudad de México, a gente que va a Tampico, Coatzacoalcos o Oaxaca? ¿Por qué se han eliminado las rutas directas, que existían hace 10 o 15 años? ¿Qué tiene que ver todo esto, con la quiebra fraudulenta de Mexicana de Aviación, durante el gobierno de Felipe Calderón? ¿Se trata de un negocio de las aerolíneas para que la gente pague más por viajar?

AMLO ha planteado su proyecto de desconcentrar varias secretarías de gobierno. Se trata de una medida difícil pero necesaria y posible, en virtud de los avances tecnológicos. ¿Cómo caza con esto el problema aeroportuario? En su momento se mencionó que el NAIM en Texcoco crearía unas 500 mil plazas, que ocasionaría el aumento de más de un millón de habitantes a la capital. Estos empleos ahora habrán de crearse en otra parte.