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Paulo Guedes, el gurú neoliberal, que dirigirá la economía de Brasil
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de noviembre de 2018, p. 18

Río de Janeiro. Nacionalista económico durante casi toda su carrera política, el próximo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, adquirió en esta elección un inesperado perfil de hombre afín a los mercados. Esa transformación lleva un nombre: el del gurú neoliberal Paulo Guedes, su designado superministro de Economía.

Guedes, un académico de 69 años que dio clases en la Universidad de Chile en los 80 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, es el hombre que acercó a Bolsonaro a los mercados.

El economista, uno de los llamados Chicago Boys formados en Estados Unidos con el téorico liberal Milton Friedman, está destinado a ser uno de los hombres más poderosos en el gabinete del ultraderechista Bolsonaro, quien asume la presidencia el primero de enero. Guedes dirigirá un superministerio en el que se fundirán tres carteras, los antiguos ministerios de Hacienda, de Planeamiento y de Industria, y Comercio.

El economista se convirtió durante la campaña en el hombre que le daba las claves económicas a Bolsonaro. Voy a preguntarle a Paulo Guedes, se convirtió en una respuesta estándar del entonces candidato.

La llegada del economista a su equipo fue importante para que Bolsonaro sumara los apoyos de las élites financieras a su popularidad entre nacionalistas radicales y los seguidores de las sectas evangélicas.

Muchos empresarios querían votar por él, pero tenían miedo o vergüenza, señaló la revista Piauí sobre las reticencias contra el candidato catalogado como un extremista por sus insultos a las minorías o su defensa de la dictadura militar. Paulo Guedes les dio la excusa que necesitaban, pese a que al principio el acercamiento entre el gurú económico y el político de ultraderecha no obedecía a la lógica.

Bolsonaro, elegido por primera vez como diputado en 1991, defendió siempre posiciones nacionalistas en lo económico, contrarias por ejemplo a la privatización de empresas estatales.

Guedes, en cambio, aboga por clásicas recetas neoliberales como la reducción de impuestos, la apertura del país a la inversión extranjera o la privatización del sistema de pensiones y de las principales estatales, entre ellas la joya de la corona: Petrobras.

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▲ Paulo Guedes, el futuro superministro de Economía, enfrentará la resistencia de los militares a sus reformas neoliberales.Foto Afp

La posible entrega de la enorme petrolera a manos privadas fue considerada siempre un tabú en Brasil, un país con una fuerte tradición proteccionista. El petróleo es estratégico, es la consigna que ha regido hasta ahora la política económica brasileña.

Como hombre para los mercados, Guedes será ahora responsable de consolidar la recuperación de la principal economía latinoamericana y la octava del planeta.

Pese a que su producto interno bruto creció en 2017 con un tímido uno por ciento, Brasil padece aún los efectos de una de las peores recesiones de su historia (el PIB se contrajo en 7 por ciento entre 2015 y 2016).

Guedes ya anunció que una de las prioridades del Gobierno será impulsar una reforma del deficitario sistema de pensiones, uno de los proyectos en los que fracasó el gobierno del impopular presidente saliente, el conservador Michel Temer.

En Brasil, sin embargo, existe la duda de si Guedes conseguirá implantar su agenda neoliberal, debido a las posibles reticencias en el ala castrense cercana a Bolsonaro.

Los militares se suelen oponer a una apertura económica que entregue el control de industrias clave como la petrolera, o la de defensa.

Y tampoco deberían tener mucho interés en una reforma de las pensiones, ya que los servidores públicos, entre ellos los miembros de las Fuerzas Armadas, disfrutan de muchos privilegios.

Entre otros beneficios, las hijas solteras de militares fallecidos reciben una pensión de por vida.

La resistencia partirá también de los sindicatos y de los movimientos sociales en Brasil. Las terapias de shock de los Chicago Boys, que se empezaron a aplicar en los 70 en el Chile de Pinochet y se extendieron en los 90 a países como Argentina o Perú, son criticadas en la región por fomentar la desigualdad social.