Opinión
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En el chopo

Ofrenda y obituario rolaquero

C

uando se es joven, la muerte es sólo una palabra para jugar e inventarle apodos y hasta para bautizar bandas de rock. Así fue para Gerry García, quien llamó a su grupo Grateful Dead. Es nombre rulfiano, pensábamos en aquellas transparentes tardes de finales de los años sesenta cuando escuchábamos a la banda californiana. Y en aquellos tiempos el rock aportaba ídolos a destajo a nuestra generación. Pero, nunca falta un pero: Brian Jones nos hizo conscientes que la inmortalidad física no existía: fue encontrado muerto un día de julio de 1969 a los 27 años. Recordemos que no existía Internet y las noticias sobre rock eran escasas. Luego se incrementó el club de los 27 –fundado por Robert Johnson el 16 de agosto de 1938 y al que se sumaron Al Wilson, de Canned Heat, Janis Joplin y Jimi Hendrix en 1970 y Jim Morrison en el 71. Pero en ese tiempo éramos chavos irreverentes ante la Huesuda, tanto, que nos referíamos como pire al fallecimiento. En agosto del 77 Elvis dejó para siempre Graceland. El 8 de diciembre de 1980 –nosotros supimos al otro día– la Calaca cimbró al rock con el adiós del Jefe Lennon.

Ahora, al hacer un recuento de los que se nos adelantaron –como dijeran los clásicos– y con quienes alguna vez departimos es inevitable recordarlos con cariño, admiración y, claro, como personas con cualidades y defectos. Tristemente, la lista es extensa. Compañeros reporteros como Pepe Rivera, Víctor Guerrero, Ayelén Hernández, Patricia Dávalos, Arturo Cruz, Ricardo Hernández, Paco Zamudio, Ahumada, Vladimir Hernández, José Agustín Vázquez, Sergio García y Daniel Toscano andan ya en otra dimensión. Mientras en el Tianguis del Chopo ya no pasan lista de presentes compas inolvidables entre la grey chopera, como Muni, Lalo Blues, Elvis, Aurelio, Juanxto, Alejandro Sánchez Mejorada, Saúl Durán, Víctor Camacho, Chava Vázquez y Noé, hijo de Gabriel Barrón, uno de los choperos más queridos. En este recuento no se puede olvidar a músicos que rolaron por el Chopo; cómo no recordar a Rita Guerrero, Pablo Cáncer, ¡de Enigma!; Jorge Reyes, Lalo Tex, Javier Rangel el Vampiro, de Sur 16; Serafín, de Sam Sam; los chavos de Vig- mika; Jonathan Zuñiga, de Bostik; Fernando Vahauks, de Los Sinners/Love Army, y también recordamos con harto amor a Paco y a Brunito. Y en este ejercicio de memoria, ésa que en ocasiones nos traiciona, se escapan algunos nombres fraternos; lo chido es que este texto terminó siendo una ofrenda. Y eso de que la huesuda me pela los dientes, esa oscu-ra metáfora y esa sonrisa con la que la desafiábamos cuando chavos, ahora se cae a pedacitos cuando nos roza y deja sólo desolación; a estas alturas del partido, la muerte dejó de ser sólo una palabra y se convirtió en lo que es: parte de la vida. Y de regreso al lenguaje usado por los adolescentes de los años sesenta, rescatamos frases de cómo anunciaban, en argot de la onda, la obra Jesucristo Súper Estrella: Rol, pire y revire del maese más alivianado que ha rolado por acántaros. Y como decía Paco Pérez ¿ Grateful Dead? Nel, mejor sigo vivo y en pleno reventón rocanrolero. Salú.