Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Mordaza

S

ilenciar las voces críticas mediante la imposición de multas desorbitadas por infracciones administrativas se está convirtiendo en nueva táctica del Kremlin contra la prensa independiente de Rusia y pretende forzar el cierre de los que no puedan pagar y tampoco estén dispuestos a cambiar de política editorial.

El caso de la revista digital Tiempos Nuevos (The New Times, TNT, en inglés, como pone en su cabecera), que es el más reciente, pero dista de ser el único, ilustra con claridad la intención de poner una suerte de mordaza a cualquier medio que denuncie arbitrariedades y excesos de la élite gobernante.

TNT, que no admite la autocensura ni los temas prohibidos y que se difunde sólo en versión digital al verse obligado a suspender su edición en papel desde junio de 2017, acaba de recibir la mayor multa a un medio de comunicación en la Rusia postsoviética. Sucedió justo después de desafiar al Kremlin con una extensa entrevista al líder de la oposición irreconciliable, Aleksei Navalny, apenas salió de la cárcel al cumplir su enésimo arresto administrativo, cuando una corte determinó que debe pagar el equivalente a 6 millones 760 mil pesos por no presentar a tiempo la documentación sobre sus fuentes de financiamiento, mayoritariamente aportaciones voluntarias de sus lectores.

La juez que emitió la sentencia al comienzo sólo consideró suficiente una amonestación, por cuanto se solucionó de inmediato, rechazando multar a TNT con un millón y medio de pesos, como exigía un diputado del partido oficialista, pero semanas después, coincidiendo con la entrevista al personaje proscrito en los medios bajo control del Kremlin, de manera repentina incrementó en más de tres veces la multa que había denegado por improcedente.

TNT no tiene el dinero para afrontar la multa, pero no va a seguir los pasos del consorcio RBK, que irritó a las autoridades al publicar unos reportajes sobre la petrolera Rosneft, y cuyo dueño –ante la demanda de que pagara los (multimillonarios) beneficios perdidos por el golpe a su reputación– prefirió vender sus medios a un empresario afín al Kremlin.

La revista opositora, que de nueva cuenta apeló a la solidaridad de sus lectores para poder pagar los honorarios de los abogados, va a recurrir la sentencia, pero no es optimista frente a la justicia rusa.