Opinión
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Puntos sobre las íes

Recuerdos // Empresarios (LXXXVIII)

F

ue mucha emoción…

Conchita, tiempo después, me confesó que fueron tantas las emociones que vivió esa tarde, que le fue imposible consignarlas, ya que no cesaba de llorar; así que tuvo que echar mano de los cuantiosos recortes de la prensa taurina de aquella tarde.

Y repetiremos algunos:

El Redondel:

“… sembró el pánico por haber destruido gran parte del maderamen de la barrera…”

Don Dificultades:

“el segundo burel es grande, fuerte y bien armado…”

José Cándido:

“…un toro que hace cosas extrañas, que derriba cinco metros de barrera… y una figurita de Sévres que, sin más averiguación, lo convida con un movimiento del brazo, lo espera con las plantas sembradas en la arena y se lo enreda a la cintura con siete verónicas mágicas; esto no es cosa que pueda verse todos los días, ni que pueda creerse sin haberse visto…”

Excélsior:

“toreó por verónicas en forma inconcebible. Esbelta, con las manos bajas, parando a ley, templando y mandando, puso de pie a la multitud, rodando a sus pies sombreros, bastones y flores…”

El Redondel:

“…armando un escandalazo en la plaza, que parece un manicomio. ¡La ovación debe haberse oído en Lima!”

Últimas Noticias:

“…Conchita ha toreado con el capote en tal forma que sus lances no serán olvidados en muchos años. No sabríamos decir si Conchita logrará repetir el milagro, pero sí podemos afirmar que nadie puede superar lo que ayer salió de su sedeño capotillo. Ha llegado a la más alta cima, manejando el engaño, manejando con exquisitez de mujer y con arte, gallardía y temple de ‘torero excepcional’”.

El Redondel:

“…Dos varas toma el burel con codicia y otros tantos quites desairados del sobresaliente. Ahora es al público en general al que le brinda Conchita. Su faena es clásica, del más puro estilo belmontiano”.

Verdugillo:

“…una faena en la que no faltaba nada, coronada con los estentóricos gritos de toda la concurrencia”.

Arzamendi:

“…y el enemigo era de respeto. Un novillo hecho y derecho que traía pitones y además estaba fuerte y con el riñón bien cubierto. Y ello acabó de entusiasmar más aún al respetable, que nunca creyó que Conchita llevara a cabo hazaña como la relatada…”.

Toros y Deportes:

“…sobre todo aquellos naturales fueron de verdadero prodigio…”

Juan Gallardo:

“un faenón indescriptible, propio de los grandes toreros… la gente siguió en pie toda la brillantísima actuación…”

El Redondel:

“… es el más ‘fenómeno’ en el sentido figurado de la palabra… que todos los Belmontes habidos y por haber. ¿No les parece a ustedes extraordinario que una muñequita de 15 años, que parece de porcelana, toree como los propios ángeles y encima sea una caballista notable y una rejoneadora ‘chipén’?”

¡Paso a Conchita!

***

“Chucho no se equivocó al vaticinar que después de la corrida pudiera ser que no cupiera en el salón de nuestro apartamento. Estaba yo lanzada al firmamento taurino y a nuestro alrededor giraban una cantidad de fotógrafos, periodistas, aficionados, amigos, empresarios y toreros. El teléfono no paraba.

“Conforme iban surgiendo los contratos, que empezaron por 30 corridas de toros, Solórzano y los banderilleros le informaban a mi maestro sobre las personas que formaban las empresas. Las informaciones variaban entre ‘de toda confianza’, ‘no tiene dónde caerse muerto’ y ‘hay que cobrar antes de la corrida’”.

“Mas, a pesar de lo que le advertían, Ruy nunca se hacía pasar por listo, cosa que tanto agrada a muchos taurinos; todo lo contrario. Mi maestro, tratara con quien tratara, era siempre un gran señor, que cambiaba impresiones como un gentleman. Y la verdad es que durante los 15 años que llevó el gobierno de mis contratos, nunca tuvimos el menor contratiempo.

“‘Hombre –le decían algunas veces algunos listos–, podías haber aprovechado para cobrar más dinero’.

“‘No –contestaba sencillamente Ruy– las empresas exponen mucho y también merecen ganar’.

“Esta comprensión humana, que él dominaba, apenas honradez, le ganó innumerables, así como sinceros amigos. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que Ruy da Camara no tenía enemigos en el revolucionario –y muchas veces difícil– ambiente del toreo y que para todos fue una persona singular.”

(Continuará)

(AAB)