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Dueños temen se vea la realidad

La NFL está sostenida por una forma moderna de esclavismo: Chris Kluwe

En su modelo, 90 por ciento de los propietarios son blancos que se enriquecen con los negros, dice

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▲ El ex mariscal Colin Kaepernick se ha convertido en el nuevo estandarte en la lucha contra los abusos hacia la comunidad afroamericana en Estados Unidos.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de septiembre de 2018, p. a14

Un gesto puede provocar revueltas. Lo entendieron John Carlos y Tommie Smith, eternizados con el puño en alto en el podio de México 68. Y lo sabía con claridad el ex mariscal de futbol americano Colin Kae-pernick cuando medio siglo después decidió no levantarse y arrodillarse cuando se escuchaba el himno de Estados Unidos antes de los partidos, en protesta por la brutalidad de la policía contra la población negra.

Ese gesto en apariencia sumiso, un hombre postrado, resultó un símbolo desafiante para los dueños de la NFL y encendió la ira del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien lo asumió como una afrenta personal.

Eso dejó al descubierto no sólo el racismo real en Estados Unidos, sino el miedo a que cierta población vea la realidad, plantea el ex jugador de los Vikingos de Minessota, Chris Kluwe, en su visita a Ciudad de México para hablar sobre activismo político y deporte, organizado por Arizona State University.

El 90 por ciento de los dueños de los equipos de la NFL son hombres blancos y ricos, reflexiona Kluwe, también escritor y activista politico; no quieren que se sepa que la NFL está construida sobre el trabajo de gente negra para que los blancos tengan grandes ganancias.

Kluwe no hace demasiados malabares con sus argumentos para exponerlo. Los jóvenes, principalmente negros, excluidos por un sistema que no les ofrece ni educación ni empleo, encuentran en el deporte la única puerta para escapar del gueto.

Lo dueños blancos no reconocen que negar oportunidades de educación y empleo a una población que sólo tiene el cuerpo para salir adelante es una forma moderna de esclavismo, agrega Kluwe; por eso tampoco quieren que se sepa sobre los riesgos y traumas que genera el futbol americano en el jugador, porque de esos riesgos es de donde obtienen ganancias. Si un joven juega debe ser porque eligió esa opción; no porque la única forma para salir adelante.

El significado detrás del símbolo representado por Kaepernick –piensa Kluwe– entraña el miedo de quienes tienen privilegios por su color de piel. Lo ven como una amenaza, una advertencia de que en unos años otros sectores raciales también tendrán un poder y exigirán sus derechos.

La NFL debe cambiar, desde luego, dice Kluwe; pero no creo que cambie tanto pronto.

Ese gesto que dejó al descubierto lo que para Kluwe son asuntos aún pendientes en Estados Unidos, al mismo tiempo ha despertado la solidaridad de otros que sólo permanecían inconformes o no habían meditado sobre lo que sucede.

Lo que hizo Kaepernick fue posible gracias a las redes sociales, dice Kluwe, que permiten la interacción directa con los jugadores, plantearles su solidaridad, apoyarlo,

Cuando Kaepernick parece que ha quedado fuera de la NFL por su postura política, de pronto amplios sectores sociales le han manifestado su apoyo. Pero nada lo ha reforzado de manera tan poderosa como el apoyo de la firma deportiva Nike, que reivindicó al ex mariscal de campo con una campaña por el 30 aniversario del eslogan Just Do It, con el jugador como emblema y la frase: Cree en algo. Aún si implica sacrificarlo todo.

Esto sería impensable en 1968. Ninguna empresa deportiva se habría acercado a John Carlos y Tommie Smith para invitarlos como emblemas de su publicidad, señala.

Solidaridad y sensibilidad

A pesar de los intereses obvios detrás de la publicidad de una firma, Kluwe está convencido que estas campañas terminan por definir una posición clara sobre lo que es correcto para una comunidad.

Nike vio que había suficiente interés en el caso de Kaepernick y que por tanto tenía sentido apoyarlo, plantea; al mismo tiempo, estoy seguro de que la gente que dirige la compañía ha querido solidarizarse y consideran que la causa es correcta. Espero que estén más inclinados hacia la sensibilidad con los temas de los derechos civiles que sólo a ganar dinero.

Hay un dejo optimista detrás de las palabras de Kluwe; lo acepta sin remilgos. Pero asegura que basta echar un vistazo atrás y ver que este fenómeno es completamente un signo de nuestro tiempo.

Hoy podemos ver que hay más gente que piensa que vale la pena apoyar estos movimientos, ex-plica; compañías que quieren involucrarse con causas que merecen apoyo. Hoy una marca comercial se preocupa por no parecer racista o resultar ofensiva con ciertos grupos; es una preocupación financiera, desde luego, pero también un cambio de valores.

Kluwe es un entusiasta de una premisa que repite: la política une en los deportes. Y el caso de Kaepernick, en un deporte al que se dedicó profesionalmente, lo interpela de manera directa. Para el ex jugador de los Vikingos fue traer asuntos no resueltos o disimulados, pero sobre todo, darle relieve a formas de protesta que estaban ocurriendo desde hacía tiempo en ámbitos locales, pero que carecían de proyección mediática.

Lo que hace Kaepernick, y por lo que muchos nos hemos sumado, es que lo colocó como un tema nacional e internacional, dice Kluwe; ahí están las estadísticas de violencia policial contra negros y latinos, ha empezado una lucha que será larga y en la que triunfar no será fácil.

Cuando habla Kluwe, un hombre joven de 36 años ya retirado de las canchas, lo hace con el verbo inflamado de un activista. Hoy mismo siente un compromiso todavía mayor por el ambiente que se ha generado con la llegada de Trump a la presidencia.

Tenemos mayor responsabilidad todos y, por supuesto, necesidad de solidaridad con la comunidad mexicana, cuenta Kluwe; a mí personalmente me atañe, porque la gente que deportan o persiguen es un poco como mi familia, mi esposa es hija de padres mexicanos, por lo tanto mis hijas también tienen ascendencia latina. Pero no sólo debo luchar como padre o esposo, sino como un estadunidense que no quiere que su país se convierta en algo distinto a los ideales que lo construyeron.