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Luis Caputo: el velocirráptor argentino
E

l paleontólogo Florentino Ameghino (1854-1911) guardaba un imaginario más jubiloso que el de, digamos, un Diego Armando Maradona cualquiera. Integrante de la generación del 80 (que nutrió los aires de grandeza de los argentinos), don Florentino sostuvo que la especie humana apareció en América del Sur, para diseminarse después por el planeta.

Optimismo le sobraba. Bastaba con echar una mirada al ubérrimo país, para que el precursor de la paleontología argentina coincidiera con millones de inmigrantes europeos que en Argentina descubrieron el Paraíso Terrenal, del cual decía que el sapiens sapiens no había sido expulsado.

Pero un siglo después de su muerte, palentólogos argentinos y gringos descubrieron el Eodoromaeus, en el parque Ischigualasto (provincia de San Juan). Un pequeño tiranosaurio de metro y medio de largo que vivió hace 230 millones de años, y fue el ancestro carnívoro del famoso velocirráptor.

Usted preguntará a qué viene todo esto, cuando el artículo anunciaba la presentación de Luis Caputo, actual titular del Banco Central de Argentina. Bueno… le explico: me detuve en el asunto a raíz del inminente default argentino, y el comentario de un amigo: “mirá, che… ¡Caputo resultó un verdadero velocirráptor!”

El vocablo velocirráptor proviene del latín, y quiere decir ladrón veloz. Un bicho rapaz y depredador de metro y medio de largo que vivió en Asia hace 70 millones de años, y que en el filme Parque jurásico (Steven Spielberg, 1993) nos llenó de espanto cuando con su garra retráctil perforaba sin piedad los órganos vitales de los dinoasaurios.

Voy entonces con nuestro héroe, que a Dios gracias también resultó nada populista. Sus cuates lo llaman Totó, y el resto del país lo trata de hijo de puta por liderar el vertiginoso endeudamiento externo que en dos años y medio, superó el de la dictadura cívico-militar en siete años de plomo, torturas, asesinatos y desapariciones (1976-83).

¿Cómo lo hizo? Analizar el laberinto de las finanzas causa poco entusiasmo, y es algo complicado de recorrer sin abrumar. No obstante, para Macri y Caputo fue fácil: echaron la culpa a la pesada herencia recibida del kirchnerismo y Cristina, quien, como todo mundo sabe, se robó todo.

Glosando un didáctico análisis del economista Alfredo Zaiat ( Página 12, 2/9/18), hay que recordar que antes de integrar el gobierno de Macri, Caputo se había beneficiado con la venta de dólares a futuro, en una operación legal y regulada, en el último año de Cristina Fernández.

Luego, Macri lo incorporó a su equipo, y a finales de 2015 Caputo supo beneficiarse de la megadevaluación. Pero al año siguiente empezó la emisión desaforada de bonos de la deuda, subastando dólares de la reserva a precios baratos, y causando el agradecimiento de financistas y amigos.

Zaiat apunta que de abril de 2016 a enero de 2018, Caputo pactó ocho emisiones de bonos con un grupo de 12 bancos internacionales (privilegiando al HSBC y el Deutsche Bank), por 43 mil 685 millones de dólares (mmd). Sumando comisiones formales y venta directa de estos bonos por debajo de la cotización del mercado, las 12 entidades embolsaron 610 millones de dólares.

En el paquete, apunta Zaiat, estaba incluido el increíble bono a 100 años por 2.75 mmd, en el cual participó la banca offshore Notua, vinculada a Caputo. Quedando claras las causas por las que en su declaración jurada ocultó su ligazón con los fondos buitres y firmas offshore que intervienen en el saqueo y negociados con la deuda argentina.

La reciente colocación de bonos fue en enero pasado, por 9 mil millones de dólares, operación de Caputo que el gobierno calificó de brillante, porque así se adelantaba el ingreso de recursos, cerrando 80 por ciento del plan financiero del año. Los medios lo trataron de Messi de las finanzas. Sin embargo, bancos y fondos de inversión quedaron saturados con bonos argentinos, y Wall Street cerró el chorro de dólares al país.

Caputo quedó enterado que ya no podía pasar la gorra en Wall Street, y que mejor, tocase el timbre del FMI. Así fue. A mediados de junio, el fondo autorizó 50 mmd para Argentina, y empezaron las licitaciones del primer tramo del préstamo (15 mmd), rifándose 6.05 mmd a precio de ganga: 29 pesos por unidad, cuando a finales de agosto la cotización rondaba 40 pesos promedio.

Simultáneamente, y ya como titular del Banco Central, Caputo trató de domar la corrida cambiaria, subiendo a 60 por ciento anual las tasas de interés en pesos. La más alta del mundo, fuera de los casi 300 mmd de deuda externa.

Obviamente, la política antipopulista de Macri y Caputo ha puesto contra la pared la actividad económica. A más de arrojar a la desesperación a miles de medianos y grandes empresarios, junto con cientos de miles de despidos, y el fantasma del hambre a las puertas del Paraíso Terrenal, soñado por Florentino Ameghino.