Jorge Fons asegura que en el cine nacional hace falta una gran producción que retome el tema del movimiento estudiantil de 1968.

Fons, quien dirigió Rojo amanecer, emblemática cinta en la que recrea un fragmento de lo que se vivió el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, de Tlatelolco, imagina esa historia: Helicópteros, tanques, el Ejército, la policía, el Batallón Olimpia... además de todos los estudiantes, las familias y la gente que estaba en ese lugar, incluidos los líderes que daban por terminado el mitin cuando empezó la violencia.

Sería una cinta cara, pero la tendría que hacer un joven con mucha fibra, admite el realizador, quien será homenajeado este jueves con la Medalla Cátedra Ingmar Bergman por su prolífica trayectoria en cine y teatro.

Rojo amanecer, escrita por Xavier Robles y Guadalupe Ortega, sigue gustando y sólo muestra una parte de esa tarde-noche. La acción se concentra en un departamento que fue alcanzado por la ola de violencia, los gritos y las voces que llegaron desde fuera en ese trágico 2 de octubre, en Tlatelolco.

Ahora, el cineasta está agradecido no sólo porque será distinguido con otro premio, entre los innumerables reconocimientos que ha recibido, sino porque proviene de su alma mater: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, que pertenece a la esa casa de estudios.

En entrevista con La Jornada, Fons, quien también dirigió las películas Los albañiles y El callejón de los milagros, afirma que es ineludible recurrir al cine para mostrar realidades.

El cinerrealizador sostuvo que existe una gran deshumanización generalizada, la cual es resultado de la desigualdad y las injusticias, así como de los vínculos entre el poder y el crimen organizado.

No se puede hablar de otra temática en el séptimo arte, subraya. Uno siempre piensa cómo expresar aquello que nos conmueve y golpea para plasmarlo en un guion o en hablarlo con los alumnos en algún taller.

Exhibición del horror

Lo que presenciamos ahora es una exhibición del horror, con muertes, desapariciones y con un récord histórico de crímenes en el país; quien me pueda explicar eso, que lo haga, porque parece que todo va normal y no es así.

No obstante, prosigue, uno empieza a tener una esperanza del cambio luego de que la gente se expresó de manera rotunda al mandar al diablo al PRI, lo cual no se veía fácil.

Jorge Fons, quien se formó en artes escénicas con Seki Sano y Enrique Ruelas, fue colaborador de Ludwik Margules y ha dirigido obras de teatro y ópera. Continúa trabajando con ideas para cine, las cuales en su mayoría se quedan guardadas, pero estoy preparando un guion que no tiene título ni compromiso, sino que mantengo la esperanza de terminarlo y ver qué pasa con él.

Tres veces ganador del Premio Ariel, Fons plantea que la historia del cine mexicano ha transcurrido entre vaivenes, y ahora parece que atraviesa por un buen momento en cuanto al número de películas que se producen al año, más de 150, las cuales no se hacían ni en la época de oro del cine nacional, pero ahora lo único malo es que no se ven.

Es decir, no existe un vínculo fuerte entre el cine y su público, como antes sucedía, porque todas las clases sociales veían cine; ahora de esa gran producción sólo se exhibe 10 por ciento en lugares como la Cineteca Nacional, además de que los pobres no van a las salas por el alto costo, y quienes acuden prefieren cintas exitosas de Hollywood.

El homenaje a Jorge Fons será con una ceremonia este jueves, a las 17 horas en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario. También se proyectará Rojo amanecer, en versión restaurada, como parte de un proyecto de protección al patrimonio gestionado por la Filmoteca de la UNAM.