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Protagonizó hazaña en 1968

John Stephen vuelve a México, país que lo convirtió en héroe
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de agosto de 2018, p. a10

Apoyado con un bastón, el tanzano John Stephen Akhwari está feliz de pisar de nuevo el país que lo convirtió en héroe en los Juegos Olímpicos de México 1968, al ser el último maratonista que entró al estadio con la pierna derecha sangrando, cubierta de pañuelos blancos y con el hombro dislocado por una caída que sufrió a la mitad de la carrera.

Era de noche y la mayoría de los espectadores abandonaban el estadio Olímpico de Ciudad Universitaria. En algunas partes del recinto comenzaron a apagarse las luces tras concluir la ceremonia de premiación del maratón y la clausura.

Por los altavoces pedían que se quedaran para esperar al corredor que, jadeando y ya con la mirada perdida, venía acompañado de patrullas y ambulancias con las torretas encendidas. Estaba por ingresar a la puerta de maratón del inmueble universitario.

Esa imagen de hace medio siglo es memorable, como el mensaje que dejó para las generaciones que lo precedieron en la entrevista que dio al día siguiente en el hospital a los reporteros.

Mi país no me envió 5 mil millas para que empezara la carrera, me envió 5 mil millas para que la acabara, declaró en aquel entonces el campeón africano de 30 años.

John Stephen Akhwari era uno de los favoritos en una prueba que conquistó el etíope Mamo Wolde (2:20.26 horas) para dejar la medalla de plata al japonés Kenji Kimihara y el bronce al neocelandés Michael Ryan, pues el otro representante de Etiopía, Abebe Bikila, el hombre que corría descalzo y doble campeón olímpico de Roma 1960 y Tokio 1964, no logró acumular su tercera presea para su vitrina.

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▲ El tanzano John Stephen fue el último corredor en cruzar la meta en el maratón en los Juegos Olímpicos de 1968. Lo hizo con la pierna derecha sangrando, cubierta de pañuelos blancos y con un hombro dislocado tras una caída.Foto Rosalía Villanueva

La emoción embarga a John y recuerda ese momento glorioso que quedó en los registros del olimpismo por su espíritu deportivo y perseverancia. Me caí, recuerda el octagenario ex atleta portando traje gris, camisa blanca y una corbata con los colores de su país.

Cuando vine aquí mi meta era ganar, pero desafortunadamente no se pudo. No me daba por vencido y seguí, relata Stephen Akhwari, quien ahora se dedica a apoyar a través de la fundación que lleva su nombre a los jóvenes africanos, porque se considera un ejemplo para las nuevas generaciones que dan gloria a su nación. La presen-cia del tanzano llama la atención por su sonrisa y los pequeños ojos que esconde bajo las gafas, sin embargo, no pasa inadvertido el desgaste de sus rodillas y las lesiones que lo marcaron de por vida.

Me gustaría correr, pero apenas camino, dice sin pena, porque a veces las piernas no me responden, pero el cuerpo sí, añade el ahora agricultor. El ex maratonista manda un mensaje a los jóvenes cualquier cosa que hagan nunca se den por vencidos, pese a las dificultades que enfrenten.

Invitado de honor al lado del japonés Kimihara, ambos ex corredores estuvieron ayer en la Expo Maratón y hoy acudirán al estadio Olímpico de CU a la ceremonia que se hará por el 50 aniversario de la justa y la llegada de la flama procedente de Atenas a través de relevos para el encendido del pebetero.

Ahí estaremos y prometo que voy a llegar esta vez, señala sonriente John Stephen Akhwari.