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Con la mira en la Conade

Segura pide no caer en triunfalismos y advierte sobre políticos chapulines

Quien llegue debe saber, la función pública no será como se ha ejercido históricamente

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▲ Bernardo Segura dice que se ha moldeado en la adversidad, lo que le ha dado herramientas para trabajar en favor del deporte.Foto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de julio de 2018, p. a13

En el verano de 2000, Bernardo Segura cruzó la meta antes que todos en los Juegos Olímpicos de Sidney. La más reciente ocasión que un marchista mexicano hacía lo mismo había ocurrido en 1984. Después del éxtasis de la victoria, una televisora lo enlazó con el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, quien quería felicitarlo. Mientras escuchaba por medio de los aparatosos audífonos, un hombre con fedora blanca llegó por el costado y le mostró una tarjeta roja que significaba que Segura estaba expulsado. Lo que siguió fue un episodio dramático que transitó de la euforia a la dolorosa e injusta decepción.

Ese episodio parece una metáfora en la trayectoria pública de Segura, medallista de bronce en Atlanta 1996 y campeón del mundo en 1999, moldeado en la adversidad y por tanto –asegura– fiel a sus principios. Después de su tercer lugar olímpico recibió una invitación de Andrés Manuel López Obrador para involucrarse en la lucha política.

Es común que los deportistas sean atraídos por el poder público, ya sea para aprovechar su éxito o su simpatía popular, pero con fines propagandísticos. Bernardo aclara que su experiencia fue distinta.

Fui el primer medallista mexicano que no perteneció al grupo de atletas controlados por Mario Vázquez Raña (presidente del Comité Olímpico Mexicano) y, desde luego, al Partido Revolucionario Institucional, precisa Segura con orgullo; eso ocasionó muchos problemas en mi vida deportiva.

Segura no tiene reparos en describir que su trayectoria política se fraguó junto a la figura de AMLO y de alguna manera ha estado modelada por ese estilo e ideario. Esa invitación y conocerlo en persona tuvo un impacto que aún lo emociona al relatarla.

Cuando lo vi por primera vez me impactó su personalidad, recuerda con cierto entusiasmo; la sencillez que lo hace diferente a todos los políticos, una forma de ser que no puede ser fingida, porque a través de los años eso quedaría expuesto si no fuera real.

Si algo presume Segura es su congruencia y fidelidad a la lucha política que ha encabezado el tabasqueño. Además de diputado, participó como director del Instituto del Deporte de Ciudad de México en la administración de AMLO y el año pasado fue invitado para coordinar el apartado del deporte en el Proyecto de Nación que presenta Morena.

Aclaro que el propio Andrés Manuel nos dijo que no es un proyecto político de Morena, sino el producto del trabajo colectivo, explica Segura, enriquecido por especialistas, plural y abierto a todos los conocedores en cada tema para que tenga más legitimidad.

La proximidad con este proyecto convierte a Segura en uno de los nombres que suenan para dirigir el rumbo del deporte y la cultura física nacional en Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade). Pero reconoce que la terna también tiene otras opciones fuertes como la ex velocista y medallista olímpica Ana Guevara, con amplia experiencia legislativa y directiva, y Dieter Holtz, ex nadador y autor de un proyecto deportivo que presentó al virtual presidente electo.

Ola de entusiamo

Segura previene que el triunfo avasallador de AMLO el primero de julio levantó una gran ola de entusiasmo y, por tanto, de expectativas, por lo que aconseja no caer en exceso de triunfalismos. Por eso sostiene que quien quede a car-go del deporte nacional debe tener clara la responsabilidad histórica y el compromiso que el proyecto del nuevo gobierno exige.

Hay mucha gente que se está subiendo al tren del triunfo, advierte; pero muchos de ellos no están identificados con la ideología de izquierda ni comprenden la forma de pensar de Andrés Manuel. Quien participe tiene que estar consciente de que la función pública, la política, no será como se ha ejercido históricamente.

La propuesta de Bernardo Segura se establece en cuatro ejes; Deporte Social, con programas para extender la salud física y su medición; Alto Rendimiento, un modelo propio a las condiciones de los atletas mexicanos, con programas de financiamiento público y participación privada, pero sin perder el interés de deporte nacional; Infraestructura y Legislación Deportiva.

En todos los ejes está presente la urgencia de combatir la corrupción, pues insiste Segura que los malos manejos de recursos tanto en programas, federaciones e instancias impiden el desarrollo del deporte mexicano y afectan directamente a los atletas.

No podemos copiar modelos de otros países, explica, necesitamos que sea financiado no sólo por recursos públicos, sino por privados; también que por ley dos veces al año los fondos recaudados por Lotería Nacional se destinen al desarrollo del deporte.

Para capacitar a los entrenadores, continúa, es necesario crear una universidad del deporte o de ciencia aplicadas a él, que involucre las escuelas ya existentes, pero concentradas en una misma instalación. Los egresados deberán tener garantizada una plaza laboral, como en las normales; la idea es evitar la improvisación: quien llegue a un determinado puesto en la rama del deporte tendrá un perfil especializado.

Todas las propuestas llevan la impronta del nuevo gobierno en cuanto al combate a la corrupción. Segura enumera desde transparentar el uso de recursos, la rendición de cuentas, y extirpar vicios como organizar eventos con números inflados y contrataciones para beneficio personal o de terceros.

Segura no oculta que si la medalla olímpica es el clímax de un atleta; ocupar la dirección de Conade sería una experiencia análoga para alguien que se considera un luchador social desde la trinchera del deporte. Pero aclara que quien llegue, aún si no comparte del todo su propuesta, contará con su apoyo.

Yo respeto las otras opciones. A los que no soporto son los que brincan de un puesto a otro, buscando sólo ocupar cargo sin ser consecuentes con una ideología. Quien llegue, deberá contar con sensibilidad social, congruencia y sobre todo lealtad. Sin esto no se puede cumplir con el compromiso que tenemos enfrente.