Opinión
Ver día anteriorSábado 7 de julio de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Cosas del futbol

Bye bye, Brasil

B

atacazo para el pentacampeón del mundo. Una consistente y rocosa Bélgica reventó los pronósticos y dejó a Neymar y compañía con las ganas de alcanzar las semifinales para medirse con Francia, que previamente se había merendado a una tibia Uruguay. Considerados co-mo los tres mejores jugadores del mundo, Messi, Cristiano y Neymar fracasaron estrepitosamente junto con sus equipos, especialmente el argentino y el brasileño. Apático y ausente el primero, y actor más que futbolista el segundo.

Ya no está América Latina en el Mundial Rusia 2018 y la contienda pasa a ser un asunto exclusivo de los europeos. Algo se está haciendo peor que mal en las federaciones latinoamericanas. Sorprende la barrida sufrida en Rusia si nos atenemos a la calidad de los jugadores que integran los diferentes combinados, la mayoría de ellos curtidos en las duras ligas europeas.

Pero ahí está la realidad, terca e inamovible. Que México, Perú y Colombia hayan caído prematuramente no sorprende mucho, pero que caigan Brasil, Argentina y Uruguay, que ya saben lo que es ganar un Mundial y disponen de jugadores de primera línea, debe mover a reflexión al mundo futbolero de nuestro continente, en especial a quienes diseñan los planes desde el futbol base.

No es una cuestión de calidad ni de actitud. Es más bien un problema mental. Uruguay fue ayer una sombra chafa de lo que había demostrado en los partidos anteriores. Salvo los primeros 15 minutos en los que asomaron la nariz en el área francesa, el resto de la contienda fue un equipo acomplejado y agazapado que apenas pasaba del medio campo. La ausencia de Cavani fue una losa que no fueron capaces de superar.

Y lo de Brasil es un drama porque estamos hablando de una selección muy superior a la de hace cuatro años, cuando fueron vapuleados por Alemania en un juego que avergonzó al país entero. Neymar no apareció como jugador ni como actor y su equipo quedó huérfano.

Bye bye, Brasil