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Apartarnos de nuestros hijos es la mayor tortura que hemos sufrido
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▲ Menores participaron ayer en un acto de protesta ante la embajada de Estados Unidos en Ciudad de México, en protesta contra las políticas antimigratorias del gobierno de ese país.Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de junio de 2018, p. 17

Ciudad Juárez, Chih.

Miriam, Iris y Mario son parte de un grupo de 32 migrantes centroamericanos que fueron detenidos en distintos momentos por agentes de la Patrulla Fronteriza en El Paso, Texas, y todos fueron separados de sus hijos. Aunque quedaron libres días después, enfrentan juicios de deportación. Ahora su prioridad es ubicar o al menos comunicarse con los menores.

Todos se encontraban en la cárcel del condado de El Paso, de donde fueron liberados, pero en tanto dure el proceso de repatriación llevarán puestos dispositivos electrónicos en los tobillos para ser monitoreados por las autoridades carcelarias.

Sus hijos fueron enviados a albergues para niños inmigrantes en Nueva York, Chicago y Arizona. De los 32 adultos, sólo tres han logrado tener contacto con los menores, a pesar de que les informaron que en dos días se rencontrarían.

Los padres llegaron la noche del domingo a Casa Vides, un refugio religioso en el centro de El Paso, Texas. Siete de ellos ofrecieron una conferencia de prensa, aunque sólo hablaron cinco para denunciar las arbitrariedades cometidas en su contra.

Miriam, de 30 años, es guatemalteca y su hijo tiene cuatro. Sin dejar de llorar relató que los agentes de inmigración llegaron mientras dormían después de ser detenida.

Le hicieron saber que sería encarcelada y procesada y que se llevarían a su hijo a un refugio. Ella les suplicó que la deportaran con su hijo, pero todo fue en vano. Días después logró comunicarse con un trabajador de la estancia y le contó que el menor estaba enojado y no quiso hablar con ella porque piensa que lo abandonó.

Mi hijo es muy pequeño y muy tímido. Desde que se lo llevaron no puedo dormir. Lo extraño muchísimo, lamentó, y aseguró que de haber sabido no habría salido de Guatemala a pesar de la pobreza, la violencia y la devastación causada por el volcán de Fuego.

Iris, originaria de Honduras, recordó que el 15 de junio, cuando se encontraba detenida, su hijo cumplió seis años. Es la tortura más grande que nos han podido hacer. En esa prisión hay muchas lágrimas; ahí nos ha costado sobrevivir esta desilusión y ha sido muy triste y desgarrador para todas las madres, describió.

El hondureño Mario mencionó que no ha podido encontrar a su hija, que ayer cumplió 10 años. Es triste porque este es un día muy especial para mi hija, es difícil no poder siquiera abrazarla.