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Ríndase; esta es una mesa para negociar su salida, dice líder universitario al presidente

¡Asesinos!, el grito a Ortega y Murillo al dar comienzo el diálogo en Nicaragua

El gobernante defiende a la policía y advierte que las protestas ponen en peligro miles de empleos

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Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, en la instalación, ayer, del diálogo para buscar una salida a la crisis social que estalló en el país en abril pasado. Entre abucheos, el mandatario hizo una defensa de la actuación de la policía y descalificó a los estudiantes que participan en las protestasFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de mayo de 2018, p. 25

Managua.

¡Asesinos, asesinos, asesinos!, gritaron decenas de estudiantes y activistas al presidente nicaragüense, Daniel Ortega, y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, a su llegada este miércoles al diálogo que busca, con la mediación de la Iglesia católica, una solución a la la crisis iniciada hace casi un mes y que ha dejado 66 muertos y más de 500 heridos, según ONG.

El diálogo nacional quedó instalado en la sede del Seminario Nuestra Señora de Fátima, en el sector suroeste de Managua.

Ahí llegaron Ortega y Murillo en caravana de vehículos Mercedes Benz blindados, en medio de una fuerte protección policial. Fueron abucheados por manifestantes que gritaron: ¡asesinos! y ¡que se vayan!

Iniciada la ceremonia y antes de que Ortega empezara a hablar, Lesther Alemán, uno de los líderes universitarios, le exigió que ordenara el cese inmediato de la represión. Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida. Ríndase ante todo este pueblo, ordene el cese del fuego ahorita mismo. Lo que se ha cometido en este país es un genocidio, recriminó el joven al mandatario.

Como usted es jefe de la policía y del ejército, le decimos que ordene el cese de los ataques de la policía, los paramilitares y las turbas adeptas al gobierno, agregó Alemán, mientras algunos religiosos elevaban oraciones y manipulaban sus rosarios.

Es la primera vez que al presidente nicaragüense, ex guerrillero sandinista, de 72 años, se le interrumpe durante un discurso público, comentó una reportera de la televisión oficial. Ortega gobernó de 1979 a 1990 y volvió al poder hace 11 años.

Entre gritos y abucheos, Daniel Ortega respondió que la policía fue víctima de los manifestantes y que los antimotines tienen orden de no disparar. Aseguró que en las cárceles no hay un solo preso político porque los detenidos fueron liberados.

Agregó que Nicaragua está profundamente herida por esta crisis y que las protestas ponen en peligro 130 mil empleos en las zonas francas (maquiladoras). También pidió a los obispos entregarle la lista de los muertos que, según ha dicho Murillo, son inventados.

El gobierno asegura que son 16 los fallecidos desde que estalló la crisis, el 17 de abril, con una protesta de estudiantes en contra de una reforma al Seguro Social, que aumentaba las cuotas a los trabajadores y a las empresas, y que fue derogada.

Organismos de derechos humanos no gubernamentales aseguran que los decesos son 66 y los heridos superan el medio millar.

Estos no son angelitos, afirmó el mandatario, al referirse a los estudiantes, a quienes culpó de realizar saqueos y acusó de vandalismo, actos que universitarios y testigos de los ataques atribuyen a fuerzas paramilitares ligadas al gobierno.

En su turno, el catedrático y ex ministro de Educación Carlos Tunnermann, representante de la sociedad civil, calificó de decepcionante el discurso de Ortega, y lo apremió a detener la represión y suprimir aquí mismo los cuerpos paramilitares.

El campesino Medardo Mairena, coordinador de un movimiento contra la construcción de un canal interoceánico en el sur del país, dijo a Ortega: No queremos más muertos, el pueblo de Nicaragua exige que usted se vaya.

Antes de finalizar la agitada sesión, y en respuesta al pedido presidencial, una estudiante leyó los nombres de más de medio centenar de jóvenes que, aseguró, murieron en las protestas. Presente, presente, coreaban emocionados sus compañeros, con los puños en alto.

El obispo del departamento norteño de Estelí, Abelardo Matta, también exigió a Ortega que la policía “se retire a sus cuarteles.

Aquí ha comenzado una revolución no armada, la de una población civil que ha venido manifestándose. Si quiere usted desmontar esta revolución, no será a fuerza de represión de balas de goma ni de plomo afirmó Matta.

A la cita asistió la Conferencia Episcopal encabezada por el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, además de una representación de empresarios, otra de la sociedad civil y una numerosa delegación de jóvenes universitarios y campesinos.

El cardenal Brenes convocó a la siguiente sesión, el próximo viernes, en medio del escepticismo de los asistentes y la decepción de varios empresarios.

José Adán Aguerri, presidente de Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), se mostró muy preocupado por el futuro de la economía y apremió a Ortega a atender el reclamo de los jóvenes. No podemos dejar que el país se destruya, advirtió.

Estamos en una situación peligrosísima. Lamentamos que se haya desaprovechado una oportunidad única (para frenar la crisis). Hay que revaluar si hay voluntad seria de diálogo por parte del gobierno, dijo Juan Sebastián Chamorro, otro de los delegados del sector privado.

Más pesimista, el empresario Michael Healy comentó que el diálogo no será exitoso. No creo que vaya a dar buenos frutos, admitió.

Según proyecciones preliminares del sector privado, las pérdidas económicas por las protestas superan los 233 millones de dólares, equivalentes a 1.6 por ciento del producto interno bruto de 2017.