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Stephen Hawking: lo genial y lo patológico
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Imágenes inusuales de Stephen Hawking a los 19 años, en 1961 (en la imagen izquierda, de blanco con un palo de criquet; al centro, en la derecha), lo muestran como alumno de una escuela de verano para astrofísicos del Observatorio Real de Greenwich, en SussexFoto Afp
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l pasado 14 de marzo se dio a conocer la noticia de la muerte de Stephen Hawking cuando contaba con 76 años de edad. El físico realizó grandes contribuciones a la comprensión y popularización del conocimiento sobre el origen y evolución del Universo, lo que lo convirtió en el científico más famoso después de Albert Einstein. Aunque hasta ahora no hay información real sobre las causas de su fallecimiento, desde muy joven se le había diagnosticado una enfermedad terrible, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que le ocasionó muy serias limitaciones físicas durante su vida adulta, las cuales, sin embargo, no disminuyeron su enorme capacidad intelectual. El curso atípico que tomó su padecimiento constituye un gran misterio que probablemente ayudará en el futuro a entender mejor la relación entre lo normal y lo patológico.

A partir de Roger Penrose, Hawking contribuyó al renacimiento de la teoría general de la relatividad con el empleo de nuevas técnicas matemáticas que ayudaban a entender algunas singularidades en el Universo, lo que obligaba al surgimiento de una nueva física. Al vincular la teoría cuántica y la relatividad, Hawking demostró que un agujero negro en realidad no sería completamente negro, pues emite una radiación con una temperatura bien definida que dependía inversamente de su masa. La radiación (a la que se conoce como radiación de Hawking) causaría que los agujeros negros se evaporen. Este proceso sería muy lento y prácticamente inobservable, excepto en los miniagujeros del tamaño de los átomos, los cuales, algunos piensan, no existen. El astrofísico inglés nunca recibió el Premio Nobel, pues para lograrlo se requiere que las teorías físicas tengan corroboración experimental, algo que no ha ocurrido, pero a pesar de esto nadie pone en duda su genialidad.

A Stephen Hawking se le diagnosticó ELA cuando tenía 21 años. Es una enfermedad neuromuscular progresiva, generalmente fatal, que ataca a las neuronas motoras en la médula espinal y la parte inferior del cerebro, las cuales transmiten señales a los músculos voluntarios de todo el cuerpo. La mayoría de los pacientes con esta condición mueren en un lapso de cinco años, y de acuerdo con algunas asociaciones médicas, la expectativa de vida promedio después del diagnóstico es de 14 meses. Sin embargo, el autor de la Breve historia del tiempo sobrevivió a la enfermedad 55 años, lo que lo convierte en un caso excepcional.

En un artículo que aborda la enfermedad de Hawking publicado en el British Medical Journal (BMJ) en junio de 2002, el editor y periodista británico Roger Dobson pregunta al neurólogo Nigel Leigh el por qué de la sorprendente sobrevida del astrofísico: Hemos encontrado que la supervivencia en pacientes más jóvenes es notablemente mejor, en algunos casos más de 10. Entre las personas de 50 y 60 años hay un 50 por ciento de posibilidades de sobrevivir cuatro años, más o menos. Es una patología diferente si comienzas joven y nadie sabe por qué.

La causa de la ELA no se conoce. La evidencia disponible sugiere que tanto la genética como el medioambiente juegan algún papel en el desarrollo de la enfermedad. Más de 90 por ciento de los casos son del llamado tipo esporádico, donde ocurren al azar, sin que existan factores de riesgo claramente asociados y sin antecedentes familiares del padecimiento. La causa genética corresponde a 5 o 10 por ciento de los casos. Hay cerca de una docena de genes que se han relacionado con la patología; uno de ellos es el C9ORF72, que se asocia con la atrofia de los lóbulos fronto-temporales del cerebro y ocasiona demencia, lo cual, obviamente, no corresponde con el astrofísico.

En el artículo del BMJ citado, se le preguntó al propio Hawking por qué su condición había evolucionado de manera diferente a un caso típico de ELA, a lo cual respondió: Creo que la enfermedad de la neurona motora es un síndrome que puede tener diferentes causas. Tal vez mi variedad se deba a una mala absorción de vitaminas. El profesor Hawking –continúa el texto– complementa su dieta con tabletas de minerales y vitaminas diarias, y se dice que el zinc, las cápsulas de aceite de hígado de bacalao, el ácido fólico, el complejo de vitamina B, la vitamina B-12, la vitamina C y la vitamina E fueron particularmente útiles. También sigue una dieta libre de gluten y aceite vegetal.

Otro genio, el médico y filósofo francés Georges Canguilhem, documentó de manera brillante en 1943 la estrecha relación entre lo normal y lo patológico. Desde esa perspectiva cabría preguntarse si la genialidad de Hawking podría haberse expresado del mismo modo en ausencia de la enfermedad, o si ésta tuvo alguna relación con su genialidad.