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Las razones del muro
O

tra vez el muro vuelve a los titulares de la prensa nacional e internacional. La razón no es otra que la necedad de tres personajes: el actual canciller Luis Videgaray, el presidente Enrique Peña Nieto y Donald Trump. El primero está empeñado en reunir a los mandatarios y el resultado ha sido desastroso.

El primer encuentro, en agosto de 2016, cuando Trump era candidato, resultó tan mal planeado y ejecutado, que le costó el puesto a Videgaray. Y los errores de aquella ocasión aún le están costando caro al presidente Peña y al pueblo de México. El problema radica en que éste no habló claro delante de Trump y del público.

Dijo, que le dijo que México no pagaría por el muro. Pero Trump lo desmintió y afirmó que no había hablado del tema. Es más, esa misma tarde. de regreso en Phoenix. y en una gran concentración, Donald Trump lanzó su manifiesto sobre la migración ilegal y el primer punto que señaló fue la urgencia del muro y que México lo tenía que pagar.

La segunda reunión estaba planeada para fines de enero de 2017, cuando Trump ya era presidente. Pero una semana antes éste firmó dos órdenes ejecutivas, una sobre el muro y otra sobre la persecución a migrantes al interior de Estados Unidos. Luego volvió a twittear sobre el mentado muro y el presidente Peña Nieto dudó sobre la pertinencia de ir o no a Washington en ese momento. Y, en cadena nacional, en vez de cancelar la reunión afirmó que lo iba a consultar. A la mañana siguiente Trump contraatacó y dijo que si Peña no viene a hablar sobre el pago del muro, que mejor no venga. Finalmente el Presidente de México canceló la visita, vía Twitter.

El tercer intento fue a comienzos de marzo de este año, nuevamente por insistencia de Luis Videgaray. Como parte de la agenda preparatoria a la visita, hubo una conversación telefónica y Peña Nieto insistió en que no iba a pagar por el muro y que Trump debería afirmar públicamente que México no iba a pagar por él.

Una petición muy poco diplomática e innecesaria, que lo único que hizo fue picarle en la cresta al presidente de Estados Unidos para que respondiera públicamente. Y así lo hizo: “El Presidente de México, que es realmente un buen tipo, me dijo: ‘señor presidente, me gustaría que hiciera una declaración de que México no pagará por el muro’. Y yo le dije: ‘¿Estás loco? No haré una declaración de ese tipo’”.

Era previsible la respuesta y después de todo lo acontecido en 2017, durante la negociaciones del TLCAN y la repetitiva insistencia de Trump en el muro, no tenía ningún sentido una vistita del Presidente de México a Washington. Pedirle esa rectificación iba contra su propia naturaleza.

Obviamente la visita tuvo que cancelarse. Mejor para todos. Pero a los pocos días el presidente Peña Nieto declaró, de visita en Chile, que insistir en el muro era un gesto poco amistoso de parte de Trump. Lo que no dijo, es que la insistencia del mandatario estadunidense para que México pague por el muro es un acto de hostilidad y prepotencia. Y que nuestro país está sometido a un chantaje permanente en las negociaciones del TLCAN.

Hay que entender que las buenas maneras y los buenos modos con el presidente Trump no forman parte de su lenguaje. El habla directo y en primera persona, sin circunloquios. Hay que responderle de la misma manera.

Después de visitar los prototipos del nuevo muro, que ahora quiere que sean transparentes o que aquel se vea al otro lado, supuestamente para prevenir a una posible invasión, Trump atacó directamente al gobernador Brown de California, diciendo que está haciendo un trabajo terrible y que el estado vecino estaba fuera de control.

La respuesta de Brown fue directa: California construye puentes y no muros y que el estado de California, era la sexta economía del mundo y el más exitoso de la Unión Americana. Fin de la discusión. Se responde con argumentos y con posiciones claras, no se trata de gestos poco amistosos o respuestas amistosas.

Lamentablemente las autoridades mexicanas aún no le han encontrado el modo a Mr. Trump. El tema del muro es un asunto primordialmente electoral. Y el supuesto pago que México debería hacer es parte de su peculiar relación con las masas de público y votantes. Trump es un personaje del mundo del entretenimiento televisivo y conoce a la perfección los resortes que le gustan a su auditorio.

En su programa El aprendiz su frase favorita era estas despedido. Y el público, sediento de sangre, esperaba ansioso que se lanzara al ataque. Ahora como político en campaña electoral su tema favorito vuelve a ser el muro, que le ha dado magníficos resultados. La utilidad de la valla fronteriza no es lo que importa.

En la práctica no va a servir para detener la migración irregular, de hecho más de 50 por ciento de los indocumentados llega con visa de turista. Tampoco es la solución para temas de seguridad nacional y lucha antiterrorista. Los terroristas no necesariamente tienen que pasar por México, de hecho en dos ocasiones han entrado por Canadá y otros han llegado como turistas o con visas de estudiante o residencia. Finalmente, las drogas pasan por aire, mar y tierra, el muro no va a constituir ningún obstáculo significativo.

En realidad el muro ya existe en la frontera a lo largo de más de mil kilómetros. Y está colocado precisamente donde podamos verlo, en las zonas urbanas de Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez y otras ciudades fronterizas.

La visita a la frontera y a revisar los prototipos de muro es una acto electoral, le interesa la foto y pelearse con el gobernador de California y de paso con México.

Tener enemigos es fundamental en la campaña de Trump y por eso tendremos muro para rato.