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TLCAN: el tiempo se agota

México no debe debilitarse

BMV mantiene las pérdidas

C

on más ilusión que realidad, en el circuito gubernamental suponen que la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) tiene todas las posibilidades de llegar a buen puerto, aunque en los hechos, tras seis rondas sin mayores resultados favorables, el salvaje de la Casa Blanca es quien lleva la batuta y marca la agenda.

La urgencia come los nervios de los funcionarios mexicanos participantes en dichas negociaciones, y entre las más recientes declaraciones del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, destaca aquella de que la modernización del TLCAN no se puede postergar mucho más, y la gran oportunidad es entre marzo y finales de junio, porque tenemos varias limitaciones. Pero más que una propuesta, es una súplica.

En efecto, para el gobierno peñanietista los tiempos se aprietan, en especial si se considera que en menos de cinco meses se realizarán los comicios presidenciales, en los que –cuando menos hasta ahora– el que lleva todas las de perder es el candidato tricolor.

En vía de mientras, la Cepal divulgó un interesante trabajo (Impulsando la renegociación del TLCAN: un marco de política alternativa para la cooperación entre Estados Unidos y México, y la convergencia económica, bajo las firmas de Robert A. Blecker, Juan Carlos Moreno-Brid e Isabel Salat, y la supervisión de Hugo Eduardo Beteta, director de la subsede de esa organización en nuestro país), del que se toman los siguientes pasajes.

Existen dos factores que explican el porqué de los ataques de Donald Trump al TLCAN y México, que representan una seria amenaza para la economía mexicana. Primero, están los factores estructurales que han condicionado el desempeño de dicha economía, incluida la adopción de una estrategia de crecimiento impulsada por las exportaciones que dependen del mercado de Estados Unidos, especialmente las manufacturas, que se han convertido (junto con la inversión extranjera directa) en el principal motor del crecimiento. Y estas exportaciones dependen en gran medida de la dinámica económica de Estados Unidos.

Segundo, hay factores coyunturales importantes: un crecimiento económico muy lento; pobreza abundante y creciente desigualdad; aumento de la inflación, y en 2017 la implementación de una estricta austeridad fiscal con grandes recortes al gasto público (principalmente en inversión pública).

Particularmente preocupante es el hecho de que, tras siete años de caídas consecutivas, la inversión pública se ha reducido en términos reales. En 2016, como proporción del PIB el descenso fue de 4 por ciento, su nivel más bajo desde la década de 1930. Los disminuidos niveles de inversión pública perjudican el crecimiento de México.

Todo esto ha afectado claramente el clima de negocios en México. No sólo la formación de capital se debilitó y aumentaron las salidas de capital, sino que el tipo de cambio peso-dólar se ha vuelto muy volátil, nublando las expectativas de crecimiento y afectando negativamente el dinamismo y la estabilidad de la economía mexicana. Irónicamente, si el peso continúa depreciándose podría ayudar a reforzar las exportaciones mexicanas si la administración Trump impone nuevas barreras proteccionistas (y el peso probablemente caiga aún más, si Estados Unidos se retira del TLCAN). Sin embargo, una fuerte depreciación de la moneda nacional empeoraría otros problemas para México, especialmente la inflación.

En este escenario de actividad económica decreciente, pérdida de estabilidad de variables macroeconómicas claves, agitación social, baja aprobación gubernamental y cuestionamiento del régimen político por representantes de los sectores empresarial y laboral, México enfrenta ahora graves amenazas externas de la administración Trump, que se refuerzan con la proximidad de la elección presidencial en julio de 2018.

México necesita urgentemente una nueva agenda de desarrollo basada en el fortalecimiento del mercado interno. Esto es cierto, y seguirá siendo así, independientemente del balance en la renegociación del TLCAN. En la medida en que ésta se base en una visión trumpiana del comercio, el resultado no favorecerá las perspectivas mexicanas de desarrollo.

Estados Unidos también necesita un nuevo régimen de políticas para revertir el aumento de la desigualdad, el estancamiento secular y las divergencias regionales. La agenda de negociación de Trump para el TLCAN haría poco o nada para lograrlo. La protección podría potencialmente beneficiar a determinadas industrias o áreas, pero no revertiría las tendencias y podría empeorar la competitividad en otros sectores desprotegidos. Sin embargo, un tratado que promueve el crecimiento industrial y la competitividad en toda América del Norte podría ayudar a Estados Unidos a salir adelante, junto con otras medidas.

La respuesta progresiva a Trump debe abordar las preocupaciones de los trabajadores estadunidenses sobre la desaparición de empleos y el estancamiento salarial. Aumentar los ingresos y salarios en México, así como legalizar a los inmigrantes indocumentados y permitirles obtener salarios más altos, es benéfico para todos.

México y Canadá pueden detener las negociaciones si Trump sigue amenazando con una retirada de su país, si insiste en las regulaciones de contenido nacional dentro del TLCAN, o realiza nuevos ataques escandalosos (por ejemplo, tuits más insultantes) contra los otros dos miembros del tratado. El poder de negociación de esas dos naciones está lejos de ser insignificante, porque son los dos mercados más grandes para las exportaciones estadunidenses, y porque muchos estados que fueron claves para la victoria de Trump tienen fuertes lazos comerciales con México.

Los gobiernos canadiense y mexicano no pueden parecer débiles frente a la hostilidad de Trump. Peña Nieto no debe ceder ante ciertas demandas clave de Trump, pero al mismo tiempo tiene que permitir que el equipo estadunidense gane algunos puntos. Sin embargo, si el gobierno mexicano muestra debilidad en las negociaciones, la peor parte la llevaría el partido en el poder, pues podría garantizar su derrota electoral y alentaría el posible triunfo del candidato de Morena.

Las rebanadas del pastel

Segundo día de sacudida en la BMV, aunque más tenue, pues su principal índice ayer cayó 0.67 por ciento. Las empresas perdedoras de la jornada fueron Corporación Interamericana de Entretenimiento (-9.66 por ciento), Homex (-9.09) y Tenaris (-9.07). Y el dólar se vendió en 19.12 pesos (Bancomer).

Twitter: @cafevega