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Merecida oreja a Luis David Adame; Diego Silveti y Andrés Roca Rey, ovacionados

Encierro con trapío de La Joya; dos faenas malogradas con la espada y 2 toros de regalo
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de enero de 2018, p. a35

La nueva empresa de la Plaza México, al igual que su predecesora, no logra equilibrar carteles, de manera que sólo ofrece redondos –tres que figuran– y cuadrados –tres modestos–, pero lo que se llama combinaciones rematadas –uno que figura, uno en vías de serlo y un novel que les apriete ante un encierro exigente– no se le dan. Por ello hubo menos de un cuarto de entrada.

En la undécima corrida hicieron el paseíllo Diego Silveti (32 años, 11 de alternativa y 26 corridas en los últimos 12 meses), el peruano Andrés Roca Rey –mejor manos a mano chocarreros que alternar con este león de los ruedos– (21 años, dos de matador y 67 corridas toreadas en diversos países) y Luis David Adame, otro consentido de la empresa, que compareció por tercera ocasión en el serial (19 años, un año cuatro meses de doctorado y 39 festejos en 12 meses) para lidiar un encierro muy bien presentado de la ganadería de La Joya, del que destacaron tres ejemplares, primero, segundo y sexto, si bien los dos primeros recibieron un pujal o puyazo fugaz en forma de ojal, y sólo último recargó en el peto.

Diego Silveti tiene dos serios problemas: el primero, su buena suerte en los sorteos, que no se traduce en triunfos, y el segundo, su añeja inexpresividad con la muleta, que no conecta al tendido, por lo menos de la Plaza México.

Al abreplaza, claro, suave y repetidor, le hizo un quite por gaoneras en los medios, le dio varias minitandas –tres muletazos y el remate– por el derecho, un solo natural, bernadinas y una entera defectuosa.

Con su segundo, claro, soso y débil, ejecutó saltilleras sobre pies, más derechazos despersonalizados sin lograr decir, naturales anodinos, manoletinas y una entera desprendida. Y con el de regalo de Xajay, tardo y deslucido, siguió por el mismo tenor.

Hemos insistido en que a Andrés Roca Rey le falta callejón y administración. Ayer no debió venir en este cartel y, ya que lo hizo, debió haber salido en hombros, pero su inexcusable deficiencia con la espada se lo impidió. A diferencia de Silveti, el peruano pone la emotividad que le falta al toro; sin embargo, tras una faena de muletazos largos, aguantando y mandando, dejó media caída y varios descabellos hasta escuchar un aviso.

Su segundo, que recargó en un puyazo en todo lo alto de David Vázquez, recuperando por fin el sentido de tan gallarda suerte, llegó a la muleta defendiéndose. Dejó dos medias estocadas defectuosas.

Y con el de regalo, claro pero tardo, también de La Joya, lució en un quite por gaoneras, caleserina y revolera, se echó al toro encima en un cambiado por la espalda y consiguió, siempre quieto y ajustado, emocionantes muletazos pero volvió a fallar con la espada.

Luis David Adame tomó en cuenta que venir por tercera vez en la temporada lo obligaba a triunfar a toda costa. Luego de un trasteo aseado a su primero, más en maestrito que arrebatado, con su segundo, que empujó en una vara, consiguió el anhelado triunfo, no sin antes ser fuertemente trompicado al intentar la efectista suerte del pase cambiado por la espalda.

Repuesto del porrazo, logró tandas de derechazos con sentimiento y tras ajustadas bernadinas dejó una entera a toro parado y un certero descabello, lo que le valió una oreja. Lo dicho, armar carteles también se volvió ciencia.