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México SA

Economía: falla estructural

Menor PIB, mayor inflación

EPN: desbandada tecnócrata

C

on más de lo mismo concluyó el quinto año de gobierno peñanietista, y 2018 –cierre sexenal– pinta para idénticos resultados, en vías de empeorar, pero aderezado con un ambiente político interno crecientemente enrarecido, proceso electoral sucio entre los sucios, la constante presión del salvaje de la Casa Blanca –con la tímida, por llamarle así, respuesta oficial– y una economía doméstica que de plano no levanta.

Como bien lo apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), las limitantes que México afronta para alcanzar mayor crecimiento son estructurales. El incremento del producto interno bruto (PIB) durante los primeros tres trimestres de 2017 fue de sólo 2.2 por ciento, proporción inferior al promedio de los pasados 35 años e igualmente más bajo que lo registrado en las naciones emergentes del Pacífico asiático, las que poco a poco han desplazado a México de los mercados en América del Norte. Del más reciente análisis del citado instituto (Bajo crecimiento y presión inflacionaria, el signo de 2017) se toman los siguientes pasajes.

Si México no logra una negociación exitosa en el TLCAN y al mismo tiempo aplica una estrategia de política económica enfocada a fortalecer productiva y competitivamente su mercado interno, la economía nacional entrará en una etapa de mayor austeridad. Representa el costo de haber apostado todo al comercio internacional y desdeñado el fortalecimiento de las empresas nacionales.

¿De qué tamaño puede ser el daño? Los primeros análisis de grupos financieros y economistas como Paul Krugman indican que el costo de una posible terminación del TLCAN oscilaría entre 1.5 y 2.5 por ciento del PIB. Dicho escenario se vinculará con el pendiente histórico que el modelo de apertura tiene con México.

Ante ello, la economía mexicana afronta el desafío de superar el contexto de bajo crecimiento y presiones inflacionarias. Para el tercer trimestre del año la estimación oportuna del PIB muestra un desempeño de la actividad productiva inferior tanto al promedio del año como al contabilizado a lo largo de las últimas tres décadas. Entre julio y septiembre el incremento anual del PIB fue de únicamente 1.6 por ciento, lo que propició un acumulado de 2.2 por ciento para los primeros nueve meses de 2017.

A pesar de los profundos cambios estructurales aplicados durante los primeros cinco años de la actual gestión, México mantiene una inercia de bajo crecimiento pero que ahora se conjuga con un aumento de precios al consumidor que llegó a 6.37 por ciento en octubre. Dicho resultado se encuentra fuera del objetivo inflacionario y refleja que la variación en los precios de los combustibles y la depreciación del tipo de cambio siguen presentes en la estructura nacional de precios y no se han diluido como algunos analistas esperaban al inicio del año.

La renegociación del TLCAN y la volatilidad que ello implica para la cotización del peso frente al dólar permiten aseverar que la inflación se mantendrá en niveles cercanos a 6 por ciento, situación poco favorable para una economía que sigue sin poder crecer vigorosamente.

Lo anterior fue reconocido por el Banco de México en su último informe sobre política monetaria, en el que puntualiza que los riesgos de la incertidumbre vinculada con la renegociación del TLCAN incide de manera adversa sobre la economía y que, entre otros factores mantiene en niveles deprimidos la inversión y que posiblemente es una de las causas de la desaceleración del consumo.

De igual forma, dicha institución advierte sobre los efectos negativos provocados por la reforma fiscal en Estados Unidos, serie de modificaciones que tiene el objetivo de aumentar el grado de atracción de inversión productiva de la principal potencia del orbe. El entorno citado, junto con la estructura del Presupuesto de Egresos para 2018, se conjugan para prospectar que el crecimiento de México tampoco podrá superar 2.5 por ciento durante ese año.

El contexto descrito implica un escenario de menor crecimiento económico para el país e inflación superior al doble del objetivo del Banco México. Por sectores, la actividad productiva ha moderado su ritmo de avance incidiendo en ciclos económicos que van a la baja en los sectores primarios y secundarios. Ello incide en una prospectiva de crecimiento del PIB de sólo 2 por ciento para todo 2017.

Por su parte las reformas estructurales, los cambios llevarían a México a un crecimiento de 5 por ciento, se enfrentan al peso de la inercia de un modelo económico de baja productividad causada por la informalidad, la inseguridad, una política fiscal de baja eficacia para elevar el valor agregado del gasto público, la confusión de lo que se debe lograr mediante el comercio internacional y la ausencia de una verdadera política industrial moderna.

El crecimiento promedio de 2.1 por ciento registrado entre 2013 y 2017 señala la limitada eficacia de los cambios instrumentados y acumulados desde 1982: es inferior a 2.4 por ciento contabilizado durante los pasados 35 años, cifra que por sí sola refleja la debilidad del sistema productivo mexicano.

El problema no ha sido la falta de un diagnóstico que se acerque a la realidad, pues desde hace 35 se han determinado correctamente algunas de las necesidades más apremiantes de la economía y sociedad mexicana, sin embargo, la política económica y las políticas públicas aplicadas no han sido las correctas.

México no ha logrado salir del subdesarrollo, aquel que en algunos momentos fue etiquetado como tercer mundo y que hoy tiene el apellido de economía emergente. Todas estas referencias son para naciones que no han logrado salir del círculo vicioso de bajo crecimiento económico, inversión productiva limitada y escasa innovación, carencias que en su conjunto conducen a la precarización del sistema productivo y el mercado laboral, desembocando en pobreza y dependencia económica.

Las rebanadas del pastel

La desbandada tecnocrática del gabinete peñanietista está a todo lo que da, y el niño ñoño Nuño se trepa a la campaña de José Antonio Meade (hazme tuyo, le gritó al ex secretario de Hacienda), mientras el protosalinista Otto Granados es premiado con la titularidad de la Secretaría de Educación Pública. Entonces, al ritmo que llevan, sólo falta el regreso oficial de José María Córdoba Montoya (su jefe despacha en lo oscurito).

Twitter: @cafevega