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19/S: El dolor y la esperanza

Alegan servidores capitalinos y militares sobre el procedimiento

Detienen un día el rescate de 20 personas; ya se politizó, acusan

Impaciente espera de expertos ante edificios de Escocia 4 y Edimburgo 4

 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de septiembre de 2017, p. 23

En la esquina del eje Gabriel Mancera (Eje 2 Poniente) y la pequeña calle de Escocia, las tareas para rescatar a más de 20 personas que podrían estar todavía bajo los escombros de dos edificios colapsados a pocos metros de distancia cada uno –Escocia 4 y Edimburgo 4– se detuvieron por más de 24 horas, desde la noche del miércoles hasta cerca de las cinco de la tarde de este jueves.

Con ansias y buena dosis de frustración, grupos especializados, entre ellos cuerpos de bomberos de diferentes delegaciones, rescatistas de Espeleo-Rescate México, Socorro Alpino y Montañistas de la UNAM, todos con cantidad de equipo suficiente y listo, son obligados a esperar.

Se pierden horas preciosas, mientras bajo los escombros puede haber entre 20 y 22 personas, no se sabe si vivas o muertas, según el cálculo de quien mejor sabe: Cirilo Cortés, el conserje, quien también espera el rescate de su hija. Ella no alcanzó a salir a tiempo de la edificación de seis pisos, construida en 1968.

Peor les va a los brigadistas espontáneos, jóvenes que pala en ristre esperan en los retenes que resguarda la policía de Seguridad Pública a 300 metros de uno y otro lado de la calle. A ellos se les mantiene atrás de la raya, muy alejados de la escena del desastre que controla férreamente la Marina. También se impide el paso a los periodistas.

En este foco de derrumbes y edificios que, según se diagnostica, podrían colapsar en breve, el control de los militares es total. En esta clasemediera colonia, donde los vecinos siempre sostuvieron que aquí no pasa nada, hay numerosos cierres de tránsito peatonal y de vehículos.

Dentro del cerco, los oficiales retrasan las decisiones. El vicealmirante Rafael López tiene el mando, pero a su alrededor alegan, en distintos momentos, oficiales de la plana mayor del jefe de Gobierno. Aparecen Hiram Almeida, de la Secretaría de Seguridad Pública, Salomón Chertoriwski, de Desarrollo Económico, el consejero jurídico Manuel Granados, y Jaime Slomianski, coordinador de la Agencia de Gestión Urbana (AGO). Y mandos de la Policía Federal y la Secretaría de la Defensa Nacional.

Es el vicealmirante López quien finalmente precisa algunos datos. Indica que desde el inicio del rescate se han realizado 15 ingresos de distintas brigadas. Del edifico desplomado de Escocia esquina con Gabriel Mancera fueron rescatados el primer día cuatro personas, otros cuatro con vida. Pocos metros más al fondo, sobre Edimburgo, que da a Nicolás San Juan, han sido rescatados 10 cuerpos y seis sobrevivientes.

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Elemento de la Marina y el Ejército, acompañados por un topo de Turquía (derecha), ingresan al edificio ubicado en Enrique Rébsamen 241, en la NarvarteFoto Yazmín Ortega Cortés

En esta última edificación hay más esperanzas de sacar a algunos sobrevivientes, porque el inmueble, igual de seis pisos, se partió por la mitad y se hundió hacia el centro, dejando algunos espacios huecos. Escocia 4, por el contrario, formaba escuadra sobre las dos calles y al desplomarse con el movimiento telúrico dio un giro que dejó grandes capas de loza, de entre seis y 10 metros cuadrados, formando un caparazón de concreto que tapaba todos los accesos.

El oficial también informa que pronto entrará al rescate un cuerpo de bomberos especializados del Condado de Los Ángeles. Por ahí desfilan ya los enormes rescatistas estadunidenses, rubios y herméticos, que contrastan con los recios y curtidos tragahumos mexicanos, que llevan días al pie del cañón y hoy permanecen al margen.

Uno de ellos, que pide el anonimato, resume así el momento: Esto ya se politizó. Igual opina Patricio Zapata, integrante de Protección Civil de la delegación Benito Juárez, indignado por la parálisis que contrasta con la febril actividad de los primeros días.

Comenta que se ha perdido tiempo en la deliberación entre los que él llama los cascos blancos, oficiales de Marina, ingenieros de las grandes inmobiliarias ICA y Carso, que han prestado la maquinaria pesada, y funcionarios del Gobierno capitalino, que se contradicen e incluso llegaron a confrontarse.

Slomianski declina dar informes. Sostiene que toda la información se está concentrando en el C-4 de la jefatura de gobierno.

Pasadas las cinco de la tarde, la maquinaria logra remover una losa de al menos 30 metros cuadrados –nueve toneladas, se informa– y quedan a la vista huecos donde se puede ingresar con relativa seguridad. Los bomberos capitalinos avanzan, pero media hora después son desalojados, porque la brigada de Los Ángeles está ya adentro.

El martilleo y el trasiego de escombro –a cargo de los soldados movilizados por el Plan DN III– se interrumpe de tanto en tanto por el código silencio, una indicación que ordena a todo el mundo a callar para escuchar si desde las entrañas de la ruina se escucha alguna señal de vida. Sólo los truenos del cielo interrumpen, anunciando el aguacero. Pero el trabajo no se detiene. Ni los rescatistas, marginados de las labores por el momento, se desaniman.