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Presentaron en Bellas Artes el primer poemario escrito en mè’pháá por Hubert Malina

Retumba el canto de resistencia y alegría de una lengua materna

Si escribiéramos por la belleza, el libro Xtámbaá: piel de tierra no tendría que hablar del dolor, del desplazamiento de tradiciones, de la migración, de la militarización, de los asesinatos, dijo la poeta Irma Pineda

Denuncia con precisión lo que se vive en las montañas de Guerrero: Natalia Toledo

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El título del libro se refiere a una ceremonia que se hace al recién nacido para saber quién es su hermano animal y así caminen juntos sobre la tierra, señala el escritor Hubert MalinaFoto cortesía del INBA
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de enero de 2017, p. 3

Ojalá los poetas escribiéramos sólo por la belleza, dijo Irma Pineda en la presentación del poemario Xtámbaá: piel de tierra, de Hubert Malina. Así él no tendría que hablar en su poesía “de la ausencia, del dolor, del desplazamiento de las tradiciones, del secuestro, de la trata de personas, de la migración por pobreza, de la militarización, de los asesinatos.

“Quien pueda terminar de leer estos poemas –prosiguió Pineda– sin sentir rabia, dolor, indignación, y el hervor de la sangre debajo de la piel, mejor que deje de fingir que le importan los pueblos indígenas, mejor que haga a un lado su buen trato y sus palabras políticamente correctas, que esto es lo último que van a encontrar entre los pliegues de Xtámbaa.”

Este libro, coeditado por Pluralia y la Secretaría de Cultura federal, es el primer poemario que se escribe el lengua mè’pháá y se presentó la noche del martes en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Es una edición bilingüe castellano-mè’pháá, que incluye un disco con los poemas en ambas lenguas, ilustraciones de Alec Dempster y fotografías de Manuel Ndiva’í.

Xtámbaa tuvo como madrinas a las poetas Francesca Gargallo, Irma Pineda y Natalia Toledo, quienes destacaron que la de Hubert Malina es una poesía que habla de las historias de su cultura, pero no deja a un lado la situación que se vive en Guerrero.

Gargallo, la primera en tomar la palabra, dijo que Xtámbaa “hace retumbar el canto de la lengua mè’pháá sembrado en los versos de fuerza, resistencia, alegría, dolor y pensamiento de Hubert Malina”.

La tierra, añadió, “es para ambos lo que vale la pena amar, con todas nuestras fuerzas, nos sostiene y nos duele, nos urge a la acción; en los versos de Xtámbaa es sobre la tierra donde se dan los acontecer humanos y animales, donde amanece y emigra el gallo con su chicharra enterrada en la garganta, donde la sangre despierta el fuego de lo común, el venado avanza, en la noche sueña que nos levantaremos un día. Nos describe el camino de la represión que avanza sobre el territorio Hubert, a la vez que nos revela cómo evitar su veneno.

La historia de Guerrero no puede ser olvidada, no puede ser obviada; es la fuerza del propio saber, los muertos y los desaparecidos están en el pecho, tienen nombre, fueron primos, padres, hermanos y hermanas y le escribe a Mauricio Ortega Valerio desaparecido el 26 de septiembre en Iguala.

Para Irma Pineda este es un libro que no puede dejar indiferente al lector; si es así, entonces mejor es dejar de fingir que le importan los pueblos originarios.

“Cierto que la poesía tiende sus trampas; Hubert con bellas palabras e imágenes nos cuenta de su pueblo mè’pháá, algunas leyendas, historias desgranadas de los labios de su abuela, al mismo tiempo que nos habla de las realidades más duras, llenas de incertidumbre y pintadas de rojo, con sus palabras, las aprendidas de sus padres y de sus abuelos, llevan nuestros ojos, oídos y corazón a caminar por las líneas más dulces y las más terribles.”

Hubert Malina muestra esos temas de los que no siempre se quiere hablar. Por ejemplo, el despojo de los recursos naturales y el derecho a la vida y a la libertad, el rapto de niñas y jóvenes para esclavitud sexual, la violencia y la inseguridad planificadas totalmente por el Estado y el crimen organizado para justificar el despliegue de las fuerzas armadas, cuya función bien sabemos no es salvaguardar a la población, sino todo lo contrario: para ejercer un control que permita el saqueo de las mineras, desplazar pueblos enteros de sus territorios para que queden libres en manos de grupos delictivos.

En Guerrero también se han dado historias para las que la poesía no alcanza; entonces el poeta las dice por su nombre y cuenta del venadito desollado que iba a ser maestro, y los hermanos que desaparecieron; así nos va presentando a Iguala y todas las noches de sangre que han manchado la piel de la tierra y que han dejado sobre ella cicatrices bien marcadas y heridas abiertas por 43 vidas que aún esperamos de vuelta.

Natalia Toledo destacó que la poesía reunida en este libro “nos muestra cómo es vivir en las venas de las montañas, en comunidad, con el silencio de los abuelos, con la fuerza que depositó el tlacuache en el pulque, con los hermanos que les llevaron la risa, con el trueno de los muertos, con la tormenta de los encinos, la pezuña del vino en la garganta. Abrazado de las montañas Hubert crea su poemas, pero también con la presencia de las armas oficiales. Como casi en todo el país, bajo la pólvora vivimos. La sangre que corre todos los días será el bejuco que nos asfixie a todos en un día no muy lejano. Lo que queda de humanidad lo ha visto todo.

Me parece que hacía falta una voz como la de H en este panorama de las lenguas originarias; nadie había hablado tan fuerte, denunciado con precisión lo que se vive en las montañas de Guerrero. Nos muestra una realidad con amor, con belleza. (Hubert), te toca llevar esta palabra al corazón de la montaña, generar la enseñanza para que tu cultura se sostenga siempre, y no olvides sobre todo tu propia palabra.

Hubert Malina explicó entonces que el título del libro se refiere a una ceremonia que se hace al recién nacido para saber quién es su hermano animal y así caminen juntos sobre la tierra, y leyó algunos de los poemas en sus dos versiones.

Al finalizar la presentación, donde hubo música a cargo del jaranero Francisco Romero, un grito repetido varias veces llenó la sala: “¡Vivos se los llevaron… Vivos los queremos!”