Opinión
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México SA

Videgaray, otra vez

Vengo a aprender

Dólar a 21.80 pesos

E

specialista en resbalar con la misma cáscara, el aferrado inquilino de Los Pinos oficializó el retorno formal de su sensei Luis Videgaray, y si éste arrasó con las finanzas nacionales como secretario de Hacienda (“ministro del –d– año”), ahora está presto para hacer lo propio con la de por sí deteriorada política exterior, pues desde ayer, y sin experiencia alguna en la materia, despacha en la oficina principal de la Secretaría de Relaciones Exteriores (léase “canciller del –d– año”).

Tras el brutal megagasolinazo y varios días de protesta ciudadana, el inquilino de Los Pinos por primera vez salió a dar la cara, y para hacerlo no se le ocurrió mejor idea que repetir la cantaleta de que los mexicanos han escuchado (y padecido con creces) desde 34 años atrás: se han tomado medidas dolorosas, pero necesarias, porque de no hacerlo, dijo, la economía familiar se vería seriamente afectada, como si el mandarriazo de inicio de año fuera un ramo de rosas.

¿Con qué cara el inquilino de Los Pinos sale a pedir la comprensión de la sociedad por el megagasolinazo (es decir, por algo que nunca más sucedería, según prometió), el cual, dijo, era inevitable para preservar la estabilidad económica del país, amén de que de no proceder en tal sentido las consecuencias hubieran sido aún más dolorosas para el país?

El discurso es el mismo de siempre. Ayer lo pronunció EPN, como en su momento lo hicieron sus cinco antecesores: el costo de no velar de forma prioritaria por nuestra estabilidad económica, sería aún mayor, mucho más doloroso y costoso de lo que significa la medida que se ha tomado, y que no dejaremos de explicar ampliamente, como ya ha venido siendo, y a lo que pido se preste atención y oídos de parte de la sociedad, para poder escuchar lo que el gobierno ha querido una y otra vez compartirles qué llevó a esta definición, sin duda, dolorosa, sin duda, difícil, pero inevitable. Apechuguen, pues.

Y de pilón designó al ahora barbado Videgaray, quien como titular de Hacienda a los mexicanos prometió un futuro promisorio y, desde luego, que los aumentos a las gasolinas no se repetirían. Es el mismo personaje que como ministro del (d) año se comprometió a no endeudar más al país, pero que en los hechos elevó el saldo del débito público a niveles históricos, con un modesto incremento de 50 por ciento en tan sólo tres años, mientras la economía se mantuvo en el suelo y el tipo de cambio en las nubes.

Brillante decisión: el inquilino de Los Pinos propina otro mandarriazo a la economía de los mexicanos (la misma que prometió mejorar y fortalecer) y para optimizar su imagen y paliar el golpe les obsequia un bonito regalo: el retorno oficial del ex ministro del (d) año, quien como tal no dio una, a pesar de que se presentaba como experto en la materia. Un sonado fracaso en lo financiero que, ni duda cabe, se repetirá en política exterior.

Entonces, si la única carta diplomática de Claudia Ruiz Massieu para ocupar la oficina principal de Relaciones Exteriores fue su parentesco con Carlos Salinas de Gortari, ahora la de Luis Videgaray simple y llanamente es la enfermiza dependencia que de él tiene Enrique Peña Nieto, algo que sería muy su problema de no estar de por medio la estabilidad y la dignidad del país y de sus habitantes.

¿Qué puede esperar México de un canciller del (d) año con los antecedentes del sensei Videgaray? Dice Peña Nieto que le ha encargado acelerar el diálogo y los contactos para que desde el primer día del gobierno de Donald Trump establezca relaciones de trabajo constructivo y promueva los intereses de México. Todo ello, desde luego, sin menoscabo de nuestra soberanía y siempre con atención y protección a las que tienen derecho los mexicanos. ¿En serio?

Si, por cortesía de Videgaray, el armado de la visita a México del entonces candidato republicano fue desastroso y peor el efecto político interno, pues lo recibieron en Los Pinos como si se tratara de un jefe de Estado, imaginen de qué tamaño será el tapete por el que se arrastrará el gobierno peñanietista y su ahora canciller del (d) año para atender, ya en funciones presidenciales, los caprichos, abusos e intolerancias del energúmeno del norte. Trump debe estar muerto de la risa por el detalle. Pero qué más da, si los daños los pagarán los habitantes de esta República de discursos.

Dicen en Los Pinos que como canciller, Luis Videgaray deberá encabezar los trabajos que están inscritos en lo que constituye la quinta meta nacional del Plan Nacional de Desarrollo (políticas del gobierno de la República encaminadas a defender y promover el interés nacional en el exterior, y a contribuir al cumplimiento de los objetivos de desarrollo de México, a través de relaciones cercanas, mutuamente benéficas y productivas con otros países, sustentadas en una política exterior vigorosa, sustantiva y activa). Bueno, tal vez exista una alternativa para salir adelante: comprar al ministro a valor real y venderlo en lo que él cree que vale.

La mejor prueba de que Enrique Peña Nieto tomó la decisión correcta la aportó el propio Luis Videgaray, quien en su primera declaración como canciller del (d) año dijo: “vengo a aprender… no conozco la dependencia” de la que ahora es titular. Brillante, porque confirma –por si hubiera duda– que el gobierno peñanietista no tiene los tamaños ni está a la altura de las circunstancias.

Y mientras el sensei aprende, las protestas en contra del megagasolinazo aumentan a la par de los precios de los productos básicos, es decir, aquellos que no serán afectados (José Antonio Meade dixit) por la mencionada decisión dolorosa, pero necesaria. La Jornada da cuenta de que “las manifestaciones contra el gasolinazo continuaron en al menos 19 entidades del país, donde los manifestantes fueron desalojados por granaderos. Las protestas fueron encabezadas por transportistas y taxistas, quienes bloquearon accesos a plantas de Petróleos Mexicanos (Pemex), tomaron gasolineras, retuvieron pipas y regalaron el combustible a los automovilistas, aunque también se vandalizaron tiendas de autoservicio contiguas a las estaciones de servicio”.

Las rebanadas del pastel

Con eso de que la volatilidad es temporal (Videgaray dixit), ayer el billete verde se vendió a 21.80 inexistentes pesitos. De hecho, en algunas instituciones, como Banregio, se ofreció a 22.05. Y es bueno saberlo, porque cuando menos la mitad de los alimentos que los mexicanos consumen se importan y todos se cotizan… en dólares, y la devaluación acumulada en el sexenio es de 68 por ciento, hasta ahora. Hagan sus apuestas.

Twitter: @cafevega